10/10/19 · Investigación

Una investigadora de la UOC analiza una década del Orgullo LGTB en España

La antropóloga Begonya Enguix revela, en su libro, las implicaciones políticas y socioculturales del evento y su vulnerabilidad
Foto: Unsplash/Mercedes Mehling

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La celebración del Día Internacional del Orgullo LGTB ha contribuido a mejorar sustancialmente los derechos de la comunidad LGTB en las últimas décadas en muchos países. Sin embargo, a pesar de sus éxitos, sigue siendo un evento necesario y, de hecho, las intensas críticas que recibe lo convierten en vulnerable. Es lo que revela una investigación de Begonya Enguix Grau, profesora e investigadora de la UOC y coordinadora del grupo MEDUSA (Géneros en transición: masculinidades, afectos, cuerpos y tecnociencia).

Enguix recoge las conclusiones de su trabajo en el libro Orgullo, protesta, negocio y otras derivas LGTB (Ediciones Doce Calles). El libro parte de la manifestación LGTB más grande de Europa (la manifestación estatal Orgullo LGTB de Madrid), que se inició como una pequeña concentración en 1978, para replantear cuestiones como el vínculo entre reivindicación y fiesta; la relación entre nuestros cuerpos, el género y la política; la conexión entre política, identidad y mercado, y la importancia (política) de estar y participar en el Orgullo.

La obra, que se presenta hoy jueves en el Institut d'Estudis Catalans (Barcelona) a las 19h, va dirigida tanto a activistas, periodistas y políticos como al público general, y constituye el primer análisis riguroso del Orgullo LGTB. Tras avanzar algunos resultados en revistas especializadas, la investigadora de la UOC,  pionera en incorporar los estudios de género, sexualidad y LGTB a la antropología, ha recogido finalmente sus conclusiones en una obra coral que parte de una década de trabajo de campo.

Entre 2008 y 2017, la experta documentó las manifestaciones del Orgullo en Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia, tanto en sus versiones oficialistas como en las denominadas críticas, que se apartan de entidades empresariales. El relato está construido sobre la base de las propias observaciones de Enguix y del análisis de material recogido por la investigadora (documentación académica, fotografías, vídeos, medios de comunicación digitales, blogs y webs), además de cincuenta entrevistas en profundidad a activistas, participantes en las manifestaciones, empresarios, representantes de instituciones públicas y responsables de las carrozas que desfilan en las protestas oficialistas.

«El Orgullo significa la transformación en autoafirmación del estigma social de la disidencia sexoafectiva. No es un tema neutral ni banal», subraya Enguix. «Nos dice mucho sobre cómo el activismo LGTB, y en general los movimientos sociales identitarios, se articulan con la vida política de un país», añade. Su análisis revela que se trata de un evento complejo, con interacciones de factores aparentemente contradictorios, pero que en realidad se integran en una protesta necesaria que clama por los derechos, la visibilidad, la igualdad y la diversidad.

El material recogido muestra cómo se ha creado una imagen poco representativa de las manifestaciones del Orgullo, que pone énfasis en lo llamativo y no en la realidad de las protestas, en buena parte debido al enfoque de los medios de comunicación. «En el Orgullo no hay un cuerpo, sino muchos, pero solo se muestra lo espectacular, como las drag-queens o las personas con tanga. No se enseñan nunca las familias, por ejemplo», ilustra la investigadora.

Por otra parte, el tono festivo de los desfiles genera debate sobre su naturaleza reivindicativa. «Hay muchas maneras de protestar. Ir en carroza y con lentejuelas no significa que no se esté protestando; la investigación muestra que en el Orgullo hay mucha protesta. No tiene nada de malo divertirse en una manifestación. Visibilizar en este contexto es protestar y la diversión añade un punto más a la manifestación», remarca Enguix.

Finalmente, una parte importante de las críticas se centran en la participación de empresas privadas en las manifestaciones oficialistas, «que aparentemente no tienen nada que ver con el mundo LGTB». Sin embargo, según el trabajo de esta profesora de la UOC, la empresa también puede contribuir a las protestas. «La política no es solo cosa de los políticos; forma parte de todos. No hay una sola realidad LGTB en el Orgullo y todas las maneras de protestar pueden estar presentes sin mermar la calidad política de la manifestación».

Este tipo de descrédito, que no se aplica a otros tipos de reivindicaciones, demuestra que el Orgullo sigue siendo a día de hoy vulnerable. «Estamos en un país donde es posible manifestarse de esta manera. Ni en Moscú ni en Estambul ni en Teherán puede haber hombres en tanga en una carroza. No lo perdamos de vista, porque esta realidad que nos hemos ganado es vulnerable. Las manifestaciones del Orgullo y las fiestas del Orgullo son un signo de la calidad democrática de un país», recuerda Enguix.

En Orgullo, protesta, negocio y otras derivas LGTB, Enguix muestra una realidad compleja que es un reflejo de la sociedad actual. «No podemos seguir pensando la realidad, y el Orgullo en particular, mediante categorías de oposición, pensando que la protesta tiene que ser de una determinada manera, opuesta a lo demás; que el mercado no puede entrar en la política o que un determinado cuerpo representa a una comunidad. Los orgullos —oficialistas o críticos— nos comunican mucha información y no podemos pensarlos como una única realidad uniforme», concluye la investigadora.

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