14/5/20 · Investigación

La COVID-19, un peligro para la democracia

España se encuentra entre los 34 países con un riesgo medio de que sus libertades y derechos se vean afectados
Foto. Unsplash/Element5 Digital

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En muy pocos meses, el coronavirus ha cambiado el mundo por completo y aún no sabemos cuáles van a ser las consecuencias futuras de la pandemia sobre distintas facetas de nuestra vida. Se suceden los estudios al respecto y la Universidad de Gotemburgo ha hecho público su índice Varieties of Democracy (V-Dem), que analiza el posible impacto de la COVID-19 sobre la calidad democrática de los países. En él se establecen cuatro categorías: riesgo bajo, riesgo medio, riesgo alto y autocracias cerradas.

España se encuentra entre los 34 países que, según este indicador, corren un riesgo medio de perder derechos y libertades a consecuencia de la crisis actual. En este mismo grupo están los Estados Unidos, Suiza, Polonia y Rusia. Frente a ellos, destacan los 47 estados de riesgo bajo, como Portugal, Francia, Alemania, Italia o el Reino Unido.

Un riesgo en todos los países

Jordi Mas Elias, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, conoce bien estos índices: trabajó con ellos en su investigación España en los indicadores internacionales de democracia. En dicha investigación ponía de manifiesto cómo se había producido un importante descenso, entre 2010 y 2019, en nuestros niveles de calidad democrática, entre otros motivos, por la dificultad para organizar plebiscitos, para que el gobierno rinda cuentas ante la opinión pública y por las barreras a la libertad de expresión.

Según Mas, «V-Dem es un índice muy complejo y tiene una metodología muy moderna que permite detectar variaciones producidas en el nivel democrático de los países a lo largo del tiempo. Ellos han sido los primeros en estudiar la situación desde el inicio de la pandemia y ponen de manifiesto cómo la COVID-19 puede suponer un riesgo para la democracia en todos los países del mundo».

Restricciones a las libertades

Sin embargo, Mas no termina de ver claras las conclusiones del V-Dem: «La razón por la cual España tiene una situación de riesgo medio es porque aseguran que ha habido restricciones a la libertad de información, sin especificar cuáles. Aparte de esta circunstancia, no hay grandes diferencias en el índice respecto a las medidas que han tomado países calificados de bajo riesgo como Francia, Alemania o el Reino Unido».

Entre esas medidas están las restricciones que se han impuesto a la libertad de reunión, manifestación y circulación, para evitar que se produzcan nuevos contagios. También el aplazamiento de las elecciones autonómicas en Galicia y el País Vasco, y de las elecciones municipales en Francia.

«Son medidas que se justifican por la situación excepcional y se espera que después se vuelva a la normalidad. Pero desde la ciencia política hay cierta preocupación porque en situaciones excepcionales de crisis, guerra o un shock importante, los estados puedan apropiarse de una serie de derechos que luego no siempre devuelven a los ciudadanos y se produce una pérdida de control democrático. Lo peligroso es que las medidas excepcionales acaben volviéndose algo normal. Por eso hay que estar especialmente atentos y por eso los indicadores tratan de medir este riesgo», señala Mas.

Decisiones demasiado centralizadas y uniformes

Donde sí hay diferencia entre la actuación de España y otros países considerados de bajo riesgo es en cómo se han tomado las decisiones. Según señala Mas: «En la mayoría de estados descentralizados, como Estados Unidos, Alemania o Canadá, los territorios han tenido un papel relevante en la gestión de la crisis. En España, en cambio, se ha llevado todo de forma muy centralizada e idéntica para todos los territorios. Esto podría tener sentido si las competencias y el músculo en sanidad estuvieran en manos del Gobierno central o si la incidencia de la pandemia fuera similar entre territorios, pero tampoco ha sido así. El virus no ha impactado igual en La Rioja que en Andalucía, por ejemplo. Por no hablar de algunas islas de Baleares o Canarias, donde la incidencia ha sido mínima y han sufrido medidas máximas. No es nada funcional que el Gobierno central tome decisiones de riesgo sobre competencias que no posee habitualmente y sin tener conocimiento del territorio.»

En otros países, los de riesgo alto, se están produciendo situaciones mucho más preocupantes que pueden indicar una deriva antidemocrática, como el refuerzo sin precedentes del poder ejecutivo en Hungría, la persecución de periodistas en distintos puntos del planeta o los casos de discriminación que Freedom House ha denunciado en el trato a los refugiados a la hora de encarar la pandemia.

¿Son los países totalitarios más eficaces?

Hay también una intensa preocupación en cuanto al uso de aplicaciones informáticas que permiten localizar en todo momento a los ciudadanos y saber con qué otras personas han estado o se han cruzado por la calle. Estas medidas de control sirven para confirmar que se cumple el confinamiento, prevenir contagios y avisar a los contactos de cualquier persona que dé positivo en los test de coronavirus, pero podrían suponer un grave atentado contra el derecho a la intimidad.

La pandemia ha planteado, además, una gran duda: ¿son los países totalitarios mucho más eficaces que las democracias a la hora de encarar una crisis de estas características? Mas cuestiona esta idea: «Es algo que se va a estudiar mucho, es un tema muy importante a nivel académico, pero en lugares como Corea del Sur tomaron medidas con antelación y contuvieron el virus con instrumentos que no son propios de los totalitarismos. Está también el caso de Alemania, otra democracia consolidada con una tasa de muertes bajísima que puede indicar cierto éxito en las medidas tomadas. Las democracias pueden tener también mecanismos eficaces, quizá por un cierto sentido de cultura cívica o de responsabilidad social entre su población.»

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