28/2/19 · Institucional

«Todavía existe un estigma social porque un chico haga ballet»

Gonzalo Preciado , bailarín internacional y coreógrafo

Formado en el Conservatorio Municipal de Danza y en el Estudio de Danza María de Avila de su Zaragoza natal, Gonzalo Preciado se graduó en la Escuela Nacional de Ballet de Inglaterra y obtuvo el grado (con honores) en Práctica Profesional de Artes (Danza) en la Universidad de Middlesex de Londres. Es miembro del Ballet Nacional de Letonia desde 2015, y el primer bailarín español en formar parte de esta institución. Ha actuado en Reino Unido, Italia, Letonia, Estonia, Lituania y España. En 2011 fue galardonado con el premio de Danza y Arte Dramático (DaDA) por el Gobierno del Reino Unido y también es miembro de One Dance UK y del Consejo Internacional de la Danza de la UNESCO. También estudia el máster universitario de Gestión Cultural de la UOC y la UdG.

 

Formado en el Conservatorio Municipal de Danza y en el Estudio de Danza María de Avila de su Zaragoza natal, Gonzalo Preciado se graduó en la Escuela Nacional de Ballet de Inglaterra y obtuvo el grado (con honores) en Práctica Profesional de Artes (Danza) en la Universidad de Middlesex de Londres. Es miembro del Ballet Nacional de Letonia desde 2015, y el primer bailarín español en formar parte de esta institución. Ha actuado en Reino Unido, Italia, Letonia, Estonia, Lituania y España. En 2011 fue galardonado con el premio de Danza y Arte Dramático (DaDA) por el Gobierno del Reino Unido y también es miembro de One Dance UK y del Consejo Internacional de la Danza de la UNESCO. También estudia el máster universitario de Gestión Cultural de la UOC y la UdG.

 

¿Cuándo descubriste tu pasión por la danza?

En realidad la danza me encontró a mí, ya que empecé por una mera casualidad del destino. Con el paso de los años la danza se ha convertido en mi modo de vida y en mi pasión, desde que pisé un escenario por primera vez hace más de quince años en Zaragoza.

¿Te apoyaron tus familiares o amigos? 

Sí. He tenido esta gran suerte y ha sido fundamental, dado que el camino de un bailarín no es nada fácil. Todavía existe un estigma social porque un chico haga ballet. No obstante, esta situación está mejorando poco a poco y espero que, en un futuro próximo, esté totalmente normalizada en nuestra sociedad.

¿Cómo fueron tus inicios?

Mis primeros pasos fueron atípicos. Empecé por recomendación médica para corregir mis pies planos. En aquel momento no tenía una especial predilección por este arte. Como todos los demás niños de mi edad, solo pensaba en jugar y en pasármelo bien.

¿Qué ha sido lo más duro de tu camino recorrido hasta llegar aquí?

En el ámbito profesional, sin lugar a dudas ha sido el sobreponerme a las lesiones. Son momentos de gran incertidumbre, tanto física como psicológicamente, en los que uno no sabe si volverá a bailar. Y en lo personal, el hecho de tener que emigrar forzosamente a otro país para poder tener una carrera profesional en la élite y, por lo tanto, tener que vivir lejos de mi familia. En España la cultura no está tan profesionalizada como en otros países europeos.

Si tuvieras que quedarte con tres momentos de tu trayectoria como bailarín hasta ahora, ¿cuáles serían?

Uno sería la primera vez que actué en un teatro en mi Zaragoza natal: fue algo mágico y despertó en mi interior la enorme pasión que siento por este arte. En segundo lugar, destacaría mi primer gran papel de solista en mi compañía, el Ballet Nacional de Letonia, durante mi primera temporada como bailarín profesional, cuando interpreté el rol del califa de Bagdad en el estreno mundial de Scheherazade and her Tales (‘Scheherezade y sus cuentos’), del prestigioso coreógrafo Leo Mujic. Y, por último, el final de la temporada pasada, en el que tuve mi doble estreno como bailarín y coreógrafo en el ballet de dos actos The Essence of Time (‘La esencia del tiempo’), que me comisionó la embajada de España en Letonia para conmemorar el primer centenario de la independencia de ese país.

Antes de empezar tu carrera profesional creaste tus redes sociales oficiales y ya tienes más de 50.000 seguidores, lo que te convierte en uno de los bailarines más influyentes y activos. ¿Qué papel juega la identidad digital para un artista como tú?

La danza es un arte efímero y, por lo tanto, es de vital importancia que quede constancia para futuras generaciones, ya sea de manera escrita o visual. Las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental en este aspecto, bien a través de programas informáticos de notación o bien mediante diferentes soportes digitales para poder filmar las actuaciones. Además, las redes sociales son de gran importancia para un artista, ya que te dan la oportunidad de poder interactuar con el público más directamente y, por lo tanto, tener tu propia voz en un mundo cada vez más globalizado y digitalizado.

«Las redes sociales son de gran importancia para un artista: te dan la oportunidad de interactuar directamente con el público y de tener tu propia voz en un mundo cada vez más globalizado y digitalizado»

¿Por qué decidiste hacer el máster universitario de Gestión Cultural? 

Anteriormente ya había gestionado algunos proyectos de manera intuitiva. Así pues, decidí hacer este máster para poder llevar a cabo proyectos de mayor envergadura y para tener unas bases más sólidas como gestor cultural. Considero que este ámbito será esencial para el avance de la sociedad en las próximas décadas, dado que la cultura puede y deber ser el motor de cambio en este siglo XXI.

¿Y por qué escogiste la UOC?

La seleccioné buscando una universidad que me permitiera compaginar mi carrera profesional con los estudios de máster y que estuviera bien posicionada a escala internacional. Antes de matricularme en este máster analicé diversas opciones. Sin embargo, finalmente me decanté por la UOC porque es una universidad en línea y, además, puedo cursar mis estudios a tiempo parcial. También fue fundamental, en mi elección, la información detallada del plan de estudios y de las asignaturas de los másteres que ofrece la página web.

¿Cómo te ves en veinte años en el plano profesional?

La carrera profesional de un bailarín de ballet es corta y soy consciente de que dentro de veinte años no estaré interpretando estos mismos roles sobre los escenarios. No obstante, el mundo de la danza es muy amplio y realmente apasionante, por lo que siempre voy a estar ligado a él de una manera u otra, ya sea como intérprete, coreógrafo, profesor, investigador o gestor. Y esta última opción es la que más me atrae por el momento.

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