Eugènia Serra
¿Cómo definiría una biblioteca?
Una biblioteca es un equipo cultural donde la gente intercambia conocimiento y donde los profesionales hacemos que la información llegue a todo el mundo, hacemos posible el aprendizaje y la difusión. Lo es en el siglo XXI y lo era antes. No ha habido un cambio de concepto entre las bibliotecas que yo conocía de niña y las de ahora.
¿Y una Biblioteca Nacional?
Una Biblioteca Nacional, además de tener los rasgos que definen cualquier otra biblioteca, también tiene en cuenta un aspecto patrimonial. Aquí recogemos y conservamos todo lo que es patrimonio de un pueblo. Es necesario que lo conozcan y que lo disfruten.
Usted entró a la Biblioteca Nacional en el año 83 como subalterna y antes había hecho prácticas. ¿Es diferente la institución que se encuentra ahora que accede a la dirección?
En los últimos veinte años el modelo de biblioteca ha cambiado. Ahora tenemos una versión más abierta. Antes, la Biblioteca Nacional se dedicaba más a la conservación y preservación y hoy se preocupa por ser accesible a todo el mundo. La clave del éxito de una biblioteca como la nuestra es saber combinar en equilibrio estas tareas. Vigilar y conservar continúa siendo fundamental si queremos transmitir el patrimonio a nuestros bisnietos y más allá.
¿Qué tesoros esconde nuestra biblioteca?
Tenemos 3.000.000 de documentos: libros, pergaminos, partituras, grabaciones audio y sonoras, revistas... Es difícil escoger algunos. Supongo que se pueden destacar los clásicos: el Acta de consagració de l'església del Castell de Tona (Osona), de 889 y el documento más antiguo de todos los que tenemos, o las Homilíes de Organyà, el texto literario más antiguo en lengua catalana. Pero yo me pregunto, ¿por qué no escoger los cilindros de cera, que fueron los primeros sistemas de reproducción sonoros o los discos publicados por Berliner's Gramophone?
Estas joyas tienen que cuidarse... ¿de qué enemigos?
¡No solo hay que preocuparse por los documentos más antiguos! Es importante cuidar las condiciones para todos los documentos. Por ejemplo, hay que vigilar el nivel de humedad y la temperatura. De los libros en reserva, evidentemente, pero también del fondo general. Tan importante como conservarlos en las condiciones óptimas es evitar los cambios bruscos en estas condiciones.
¿Cómo hemos llegado a tener millones de documentos?
En 1907, la Biblioteca Nacional nace como biblioteca del Institut d'Estudis Catalans. En 1914 se abre al público. Al comienzo, se crea con un fondo fundacional, donativo de personas relevantes. Durante los primeros años, también se completa el fondo con la adquisición de documentos ?por un lado la institución tenía un presupuesto pero también algunas personas compraban documentos que daban...?. Desde hace un año, por medio de la Ley de depósito legal, recibimos una serie de lo que se publica en Cataluña o de lo que se publica en catalán en el resto del Estado. De este modo, la producción corriente va llegando. Aparte, tenemos un gran número de donantes. Hay que destacar que músicos, escritores, grafistas, coleccionistas... dan piezas. ¡Y quizás es el original! Hoy en día también continuamos comprando pero menos que antes: fondo antiguo ?a los libreros de antiguo? y fondo moderno. Recogemos bibliografía catalana: lo que se publica aquí en catalán, lo que se publica de autores catalanes y sobre Cataluña en todo el mundo. También somos un centro de referencia en el ámbito de las humanidades y por lo tanto, vamos completando este fondo.
Cada año entran...
De media entran 120.000 documentos al año.
¿Quién hace posible que tengamos una Biblioteca Nacional como la que tenemos?
Trabajamos más de ciento sesenta personas. ¿Quiénes somos? Especialistas en muchos campos: preservación, restauración, encuadernación, catálogos, materias gráficas, normativas, servicio al usuario...
Este otoño han presentado los objetivos que quieren cumplir de aquí a 2016, entre los cuales está ser un centro de referencia cultural especializado en la promoción y difusión, por eso programarán grandes exposiciones.
Siempre se han hecho exposiciones pero, con la reducción de presupuestos, hacíamos exposiciones de pequeño formato. Como tenemos una sala más grande a pie de calle, se abrirá y haremos cuatro grandes exposiciones al año para atraer público. Necesitamos, queremos y es bueno que la gente sienta la Biblioteca Nacional como suya.
¿Qué biblioteca le gustaría dejar cuando acabe el mandato?
Una biblioteca con espacio suficiente para ser visible, con presencia física. Pero también una biblioteca con presencia social: más allá de la gente que ya la conoce me gustaría llegar a la gente de la calle. Ser una institución con una fuerte presencia en la sociedad general. En otra línea, me interesa el mundo digital. Creo que ahora hay que poner bases e infraestructura sólidas para no perder las oportunidades que ofrece. Trabajamos en ello a pesar de que todavía es complicado. Por ejemplo, la durabilidad del mundo digital la estamos conociendo ahora. Lo que me gustaría es trabajar sobre qué se tiene que hacer, hacia dónde vamos y ser capaces de ir cambiando. Hay que garantizar que se preserve correctamente este mundo digital. Pero además de estos retos, también nos plantea cuestiones nuevas. Hasta ahora, teníamos cartas y guardábamos originales; ahora tenemos mensajes de correo electrónico. ¿Cómo los archivamos?
Siempre le han interesado las nuevas tecnologías, no es nada nuevo. Desde hace años, se ha ocupado de proyectos en la Biblioteca Nacional en este ámbito. ¿Por qué? ¿Qué cree que le aportan?
Soy curiosa. Al comienzo, las tecnologías me atrajeron por la posibilidad que me ofrecían de tener al alcance herramientas de información al momento: CD-ROM, bases de datos... posibilidades al servicio del usuario de las que antes no disponíamos. ¿Qué más? La posibilidad de localizar obras que antes no conseguíamos. A partir de aquí, hemos vivido una evolución. Más allá de mi ámbito profesional, pienso que ofrecen posibilidades inmensas para el trabajo en general y la sociedad. Son un elemento democratizador, y como cualquier otro, con ventajas e inconvenientes.
Dos modelos para seguir...
Citaré dos bibliotecas que nadie cuestiona: Library of Congress, en Washington, y British Library. De bibliotecas a nuestro nivel, citaría la de Dinamarca. Son todas bibliotecas para reflejarse en ellas.
En los años ochenta, estudió biblioteconomía. Ahora, ha dado clases. ¿Son diferentes los estudios?
Cuando yo llegué como estudiante, era un mundo desconocido a escala académica. Desde el inicio trabajabas en bibliotecas y podías ver la realidad. Era una escuela no universitaria con un carácter muy cercano y casero. Éramos grupos de doce alumnos. Esto ha cambiado, como también han cambiado los contenidos. ¿Por qué? La sociedad ha cambiado, han cambiado las demandas de los usuarios, las características de los documentos...
A finales de los noventa, vuelve a la universidad.
Siempre había querido hacer una licenciatura. Pensé «esperaré a la de Documentación...». ¡Salió y me matriculé en 99! La estudié en dos años. Prefería hacer un esfuerzo intenso.
¿Por qué la UOC?
Era un modelo de enseñanza que me convenía; por horarios, autonomía y situación familiar me era muy cómodo. Además, no partía de cero. Ya llevaba veinte años en la Biblioteca y tenía experiencia y conocimientos. Esto, en la UOC, era una ventaja. Sin duda también mi enfoque hacia el ámbito de la tecnología me influenció al tomar la decisión. Recuerdo los foros. ¡Cómo me gustaba participar! Mirar la banderita roja y...
Además de un título, ¿qué le ha aportado nuestra universidad?
Lo hemos comentado con los compañeros muchas veces: nos sirvió para consolidar prácticas y conocimientos que ya teníamos pero sobre los que nos hacía falta reflexionar, poner orden. Había cosas que hacíamos intuitivamente y en los estudios constatamos cuáles de esas cosas hacíamos bien y cuáles eran mejorables.
En el año 83 entró en la Biblioteca Nacional. ¡Ha pasado por todos sus rincones!
Aquí me siento en mi casa, en casa de todos. Esta biblioteca, con dinero público, es una biblioteca de todos los ciudadanos. En mi caso, como trabajadora, esta institución me ha permitido disfrutar de un trabajo lleno de diversidad y riqueza.
¿Qué cree que puede ofrecer al ciudadano?
Yo definiría la Biblioteca Nacional como un lugar donde todos pueden llevarse sorpresas. Quizás conoces autores del siglo xvi pero, ¿has visto alguna vez los cilindros? Conocer es un descubrimiento. ¡Tenemos fondos tan singulares! Estamos haciendo un esfuerzo vía redes sociales para que la gente se dé cuenta de la singularidad y riqueza que tiene a su alcance, que es su patrimonio. Es bueno despertarle la curiosidad a la gente y la Biblioteca puede ayudar.
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