José Antonio Marina
Se habla de varias inteligencias; ¿qué relación tienen con el talento?
El talento es el conjunto de recursos intelectuales, afectivos y ejecutivos que nos permiten enfrentarnos a tareas y problemas muy distintos. La idea de inteligencias múltiples de Howard Gardner, que está un poco en retroceso, se refiere a que existen mayores habilidades de las personas para diferentes tareas. Estas inteligencias empiezan por ser unos intereses que se van autoalimentando en el momento en que se consiguen buenos resultados. Entonces el niño al que, por ejemplo, le gusta correr y gana el campeonato se dedicará a desarrollar su «inteligencia física».
¿Por qué es interesante en la educación?
Es interesante desde el punto de vista educativo porque llama la atención sobre algo que todo el mundo sabía pero que se había olvidado por una especie de igualitarismo pedagógico muy absurdo, que es que los niños no nacen iguales ni tienen todos las mismas habilidades y que hay que cuidar las diferencias de cada niño si queremos educarlo bien. Hay una idea más general, por debajo de todas esas facultades: si lo que estamos enseñando es a razonar o a prever las consecuencias, eso vale para todas las inteligencias. Si decimos que es importante para superar una meta soportar el esfuerzo, eso vale para todas. El talento es común a todas las inteligencias.
Usted distingue entre talento personal y talento social.
Sí, y debemos fomentar los dos. Cada uno de nosotros tenemos nuestra inteligencia propia, pero este tipo de inteligencia se desarrolla en un entorno social que la favorece o la limita. Es decir, Einstein no habría podido nacer y ser Einstein en Zimbabue. Y en teoría hay muchos niños zimbabuenses que son potencialmente tan listos como él, de manera que hay una interrelación entre la inteligencia individual y la inteligencia colectiva, que a su vez reafirma la inteligencia individual; es una especie de círculo vicioso que hace que en unas sociedades y en unos momentos históricos determinados aparezcan más talentos que en otros, y eso tiene que ver con cómo educan, cómo presionan, cómo premian y alientan. Por eso necesitamos vivir en entornos inteligentes.
¿Por eso cree que es importante gestionar el talento?
Claro, porque es uno de los elementos de riqueza de las naciones. La educación tiene dos vías: una va directamente al talento individual y otra va al talento social, que a su vez influye en el individual. La diferencia entre la educación formal y la informal es que en la formal nosotros vamos al alumno y en la informal es la sociedad la que va al alumno.
¿Más talento y educación habrían reducido el impacto de la crisis en España?
Podría haber sido menor. La crisis actual tiene responsables muy claros; es una equivocación continua de malos políticos. La falta de rigor, vigilancia y regulación que han tenido los políticos respecto a los sistemas financieros ha hecho que estos estallen. Las crisis son el resultado de que algo ha fallado, y hay algo que sí tiene que ver con la educación: ha fallado el sentido crítico con respecto a los políticos, y en España clarísimamente.
Entonces, queda mucho trabajo por hacer ahí...
Sí, porque el mundo de la educación es el que nos va a marcar el nivel de crecimiento sostenible económico. Cualquier desarrollo económico sólido tiene que sustentarse sobre un nivel educativo sólido por varias razones: si el nivel económico sube sin que suba el nivel educativo, eso es una burbuja económica y antes o después estalla, que es lo que nos ha pasado. Solo se mantienen crecimientos estables si crece la educación al mismo tiempo que la economía, que es lo que ha pasado en países como Alemania o Suecia.
¿Qué papel tendrían que desempeñar la escuela y las familias para fomentar el talento?
La familia no puede educar sin la escuela. Y la escuela no puede educar sin los padres. Si no estamos juntos vamos a poner parches. La escuela no solo tiene que enseñar: es la conciencia educativa de la sociedad. Por lo tanto, tiene que saber y explicar qué es lo hay que hacer. Y tiene que hacer pedagogía de ello para los padres, que es lo que intento hacer. Deberíamos acercarnos a los padres en vez de ahuyentarlos. Los padres tienen que ir a la escuela y la escuela tiene que animarlos para que vayan a la escuela.
¿Qué es la Universidad de Padres y qué objetivo tiene?
Es precisamente un intento de ayudar a los padres que quieren hacerlo bien y no saben cómo hacerlo. Les ayudamos en el proceso educativo de sus hijos desde el último trimestre del embarazo hasta los dieciséis años. Se trabaja según la etapa del hijo, proporcionando recursos y exponiendo problemas más frecuentes según la edad y el modo de resolverlos.
¿Cómo está funcionando?
Muy bien, pero tenemos un límite de posibilidades: tenemos 2.500 matriculados porque no podemos gestionar más. Se sienten apoyados, muy útiles, porque en general los padres se sienten muy solos. Tienen un tutor, pueden compartir sus experiencias y se encuentran dentro de una tribu educativa.
Este proceso lo estáis investigando. ¿Qué resultados estáis obteniendo?
Hasta ahora solo podemos ver el índice de aceptación que tiene por parte de los padres, que es muy bueno. Hemos rehecho parte de los programas, que ya hemos completado desde el curso pasado. También hemos incluido, antes de empezar el curso, una especie de test de situación y los temas que son importantes para sus hijos para compararlos con los de final de curso. Ahora estamos aprovechando investigaciones de fuera. Todos los procesos que hemos incorporado tienen su validación.
Esta investigación ha dado lugar a una colección de libros pedagógicos...
Sí, ya han salido tres. Es un poco el fundamento más científico de todos los programas. Es una colección de libros que está específicamente dirigida a padres y a docentes, con la idea de que deberían leer algún libro en común, para, entre otras cosas, tener las mismas fuentes y saber por qué decimos lo que decimos y hacemos lo que hacemos.
Tiene la hipótesis de que la genética abre un campo de posibilidades que la educación se encarga de definir. ¿Qué importancia tiene la genética?
La genética tiene sus modas. Ahora va a ser el siglo de la epigenética; una persona puede tener varios genes y estos pueden expresarse o no expresarse. Lo que interesa es qué genes se han expresado. Hay una serie de condicionamientos que hacen que se desarrollen. La parte social y la parte educativa forman parte del condicionamiento epigenético que hace que unos genes se expresen y otros no. Desde el punto de vista de la genética más pura y dura ya se está admitiendo que nosotros somos una mezcla de genética y de cultura y que no hay posibilidad de separarlas porque la cultura actúa genéticamente, expresando unos genes y no expresando otros.
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