7/3/13

«Se puede ser móvil y una buena madre al mismo tiempo»

Louise Ackers

Louise Ackers

Como ha comprobado en su investigación, la movilidad internacional de la mayoría de los científicos es precaria: una necesidad para mantener el trabajo.
Sí, a pesar de que en general no se ve así, sino como una situación laboral atractiva. Pero en realidad los científicos y científicas optan por la movilidad porque no tienen ninguna otra alternativa si quieren conseguir trabajo. Es por eso que hay que cambiar las teorías actuales sobre la migración, que no se ajustan a las dinámicas de la movilidad de los profesionales altamente calificados.
En el caso de las mujeres, esta movilidad implica unos retos especiales, tal como ha podido comprobar.
La presión para trabajar en el extranjero, que se concreta en estancias de larga duración, es una discriminación para las personas con familia y para otros colectivos, como las personas con discapacidad. Conozco muchas académicas y científicas que no pueden permitirse trabajar más de una o dos semanas fuera de casa.
Usted cuestiona el modelo de movilidad internacional de la ciencia.
Hay que preguntarse qué es desea obtener de la internacionalización. ¿Qué relación hay entre movilidad y excelencia? ¿Es necesario llevar a cabo estancias de larga duración para obtener los beneficios de la internacionalización? Actualmente ya no hace falta. Se puede realizar investigación compartida con científicos de distintos países con videoconferencias, estar en contacto con ellos por correo electrónico, reunirse periódicamente -pero sin necesidad de ir a vivir en otro país-, participar en congresos y seminarios internacionales, etc. Las nuevas tecnologías nos ofrecen esta oportunidad. Tenemos que hacer móvil el conocimiento.
La «migración parcial» es otra característica de esta precariedad de la profesión académica.
Sí, es un fenómeno cada vez más habitual: investigadores que combinan trabajo y residencia en dos países a la vez, para no cerrarse a opciones de trabajo. He estudiado el caso de una pareja de investigadores ingleses que mantenían una residencia en Liverpool y otra en Berlín, y compaginaban trabajos en universidades de ambas ciudades. La cosa se complicó cuando tuvieron un hijo.
¿Y qué hicieron?
La madre dejó el trabajo de Alemania para instalarse definitivamente en Inglaterra, donde tenía el apoyo de la familia para cuidar el niño.
Una buena parte de sus proyectos han sido financiados por la Comisión Europea. ¿Le escuchan cuando recomienda otros modelos de movilidad internacional en el mundo académico?
Es una buena pregunta. En parte sí. En el programa Marie Curie para investigadoras han introducido recientemente becas de corta duración. Pero hace falta que todas las instituciones hagan mucho más.
Usted es una académica de primer nivel y madre de cuatro hijos. ¿Cómo lo ha conseguido?
Hay que decir que en el campo de las ciencias sociales, en el cual me muevo, la exigencia de realizar estancias internacionales no es tan fuerte como en las ciencias naturales. No obstante, ha sido duro, especialmente en aquellos momentos en los que tu hija pequeña te dice: «Mamá, ¿por qué no podrías trabajar en una tienda, como la mamá de Mary, en lugar de viajar tanto?».

A pesar de todo, estoy contenta. Y supongo que, a fin de cuentas, no lo he hecho tan mal: mis dos hijos mayores son investigadores universitarios. Quiero dar un mensaje positivo: se puede ser móvil y una buena madre al mismo tiempo.

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