16/12/14

«No hay cultura sin creadores, pero tampoco creadores sin una máxima difusión»

Luis Collado ,

Luis Collado es el director de Google Books y Google News en España y Portugal. Como portavoz del gigante digital, Collado participó en el III Seminario Los Retos de la Edición Digital, celebrado el 25 de septiembre en Barcelona y organizado por la UOC con la colaboración de la Obra Social «la Caixa». El proyecto Google Books, que se puso en marcha en 2004, cuenta con unas cifras de vértigo: 30 millones de libros digitalizados procedentes de un centenar de países, en más de 400 lenguas, de más de 4.500 editores y autores y de 42 bibliotecas del mundo, entre las cuales se encuentra la Biblioteca de Catalunya. Collado nos habla de este proyecto, que continúa generando un gran revuelo dentro del mundo editorial y de la actual revolución digital, de la cual Google es abanderada.

Luis Collado es el director de Google Books y Google News en España y Portugal. Como portavoz del gigante digital, Collado participó en el III Seminario Los Retos de la Edición Digital, celebrado el 25 de septiembre en Barcelona y organizado por la UOC con la colaboración de la Obra Social «la Caixa». El proyecto Google Books, que se puso en marcha en 2004, cuenta con unas cifras de vértigo: 30 millones de libros digitalizados procedentes de un centenar de países, en más de 400 lenguas, de más de 4.500 editores y autores y de 42 bibliotecas del mundo, entre las cuales se encuentra la Biblioteca de Catalunya. Collado nos habla de este proyecto, que continúa generando un gran revuelo dentro del mundo editorial y de la actual revolución digital, de la cual Google es abanderada.

La forma de trabajar de Google en lo que se refiere a su biblioteca virtual ha levantado polémica sobre los derechos de autor. ¿Qué opina de ello?
Todo nuestro proyecto fue rupturista desde el primer momento. Era algo que se inició con la transformación hacia lo digital y que comenzó hace muy pocos años. Esta transformación llegó al mundo del libro y empezamos el proyecto Google Books. Comenzamos a digitalizar libros y eso rompió los esquemas tradicionales. La polémica generada es una reacción lógica, pero también hay que entender que la tecnología y las posibilidades digitales también se desarrollan. Por lo tanto, entendemos que es lógico que siempre exista este debate alrededor de nuestro proyecto, pero también hay que tener en cuenta que nosotros creemos que este proyecto aporta algo útil a la sociedad, a la ciudadanía. Sin embargo, eso no significa que sea perfecto y que no puedan existir puntos de fricción que debemos solucionar.
Tal vez el origen de la polémica también reside en el hecho de que se están rompiendo una serie de estructuras establecidas desde hace siglos. ¿Están cambiando los roles ejercidos por el escritor o el editor?
Esto ya ocurrió otra vez, pero fue hace mucho tiempo y no nos acordamos de ello. Hemos estado muchos siglos sin que existiera ningún gran cambio nuevo. La primera transformación fue cuando se inventó la imprenta. Los monjes, que eran los únicos que poseían el conocimiento en los manuscritos y los códices allá arriba en el monasterio, en la colina, veían la imprenta como un invento del demonio. Desde aquel momento hasta casi hoy ?la irrupción de lo digital, de internet...?, todo ha seguido sin cambios. Y, claro, no nos acordamos de que eso ya existía y de que estamos en un nuevo momento de transformación. Falta que todo el mundo asuma que hay que sumarse a la ola de lo digital y a las posibilidades y a los beneficios que nos aporta a todos.
¿Podríamos decir que, con este nuevo escenario que plantea, el derecho fundamental de acceso a la cultura debería estar por encima de los derechos de autor?
Yo creo que son derechos a un mismo nivel. Lógicamente, la cultura no tendría sentido si no hay creadores de obras, si no hay editores y productores que fomentan su difusión y sin el acercamiento a los usuarios y consumidores potenciales. Por lo tanto, hay que buscar un punto de equilibrio. No hay cultura sin creadores y, por su puesto, tampoco hay creadores sin una máxima difusión de la cultura, porque lo que más le interesa a un creador, al autor de una obra, es ser conocido, es que su obra se consuma, se lea y se vea por cuanta más gente mejor. Así que un punto de equilibrio sería lo más deseable.
Pero precisamente uno de los aspectos que provocan estas desavenencias es que los autores no reciban una compensación económica suficiente, a pesar de la visibilidad, para que puedan continuar viviendo de su obra.
Claro. El derecho a recibir una compensación económica también es absolutamente lícito y lógico, pero también hay que tener en cuenta dos cosas: en primer lugar, una compensación económica se debe recibir cuando hay una explotación comercial, es decir, cuando sus obras generan beneficios; y, en segundo lugar, el autor también tiene el derecho a renunciar a ser recompensado económicamente por la difusión de su obra. De este modo, hay más derechos que solamente el derecho a la mera compensación económica. Así pues, volvemos otra vez al mismo lugar: un punto de equilibrio sería lo más deseable.
Otro de los temores que existen es que todo este conocimiento universal esté en manos de una sola corporación, en este caso de Google.
Ante esto, yo haría una pregunta: ¿por qué no hay más entidades públicas o privadas, más instituciones y más organismos que innoven y que piensen más allá, como hace Google? Todo el mundo lo puede hacer, pero para eso hay que tener ganas y una cierta capacidad económica. Ya empieza a existir la digitalización de libros, ya hay proyectos internacionales o locales y eso es perfecto, eso es bueno. Cuantos más proyectos, más desarrollo. No se trata de que compitan entre sí, sino de que la innovación, al fin y al cabo, también crece cuando hay más proyectos. Esto provoca que se piense en ir más allá, en cómo mejorar lo que ya existe. Luego, sería bueno para el desarrollo tecnológico, para el desarrollo de nuestra sociedad, para que se esté innovando más continuamente.
Y con todos los cambios en la sociedad que propicia la tecnología, un terreno en el que Google siempre está un paso por delante, ¿qué es lo siguiente que ya nos espera?
A mí me gustaría ver, sobre todo, proyectos que ya se conocen, pero me gustaría verlos socialmente extendidos. Uno de estos proyectos es el coche sin conductor. Creemos, sobre todo los ingenieros, que es un producto que va a tener muchas ventajas para nuestra sociedad. El proyecto está ideado, inicialmente, para saber cómo evitar el mayor número de accidentes posible y cómo facilitar la vida dentro de un coche a los que siempre dependemos de él. El segundo proyecto es Google Glass, que consiste en el acceso a internet mediante unas gafas. De hecho, se trata de todo lo que conlleva tener acceso a internet por medio de objetos; es decir, de que unas gafas, un reloj o una camiseta también lleven incorporada internet y, por lo tanto, nos ofrezcan posibilidades que ahora mismo son totalmente desconocidas para nosotros.
¿Es esta la filosofía de Google: iniciar una tecnología y dejar que el resto de la sociedad la haga suya y continúe su desarrollo?
En efecto. Al final, Google se siente, porque es una compañía clave dentro del ámbito de internet, un poco responsable del desarrollo digital y de facilitar que lo digital sea una solución y una oportunidad para muchas empresas, para muchos ciudadanos y, en definitiva, para muchos usuarios. Por supuesto, Google es una empresa y tiene sus fórmulas de negocio y de ganar dinero; pero, al final, cuanto más se desarrolle el ámbito digital e internet, esto no sólo va a ser mejor para Google, sino que va a ser mejor para nuestra sociedad. Y esa es la razón por la que estamos siempre pensando en nuevos proyectos innovadores que transformen la sociedad, que abran el camino a muchos emprendedores, a muchos desarrolladores, a muchos jóvenes, para que el ámbito digital sea una oportunidad de futuro para todos ellos.

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