10/4/25 · Institucional

"Yo solo quería estudiar con la gente blanca y ayudar a mi familia"

Ahmed Mansur, estudiante de Ingeniería Informática que con quince años se vio obligado a migrar a Europa
Ahmed Mansur

Ahmed Mansur Mohammed es un joven de veinticuatro años que con quince se vio obligado a dejar su Ghana natal para iniciar un difícil trayecto hacia Europa y buscar un futuro mejor. Hizo el viaje solo y, después de muchas dificultades, finalmente se pudo establecer en Cataluña. Durante sus estudios, tuvo la oportunidad de hacer un intercambio y volver a Ghana después de mucho tiempo. Actualmente, compagina el trabajo con los estudios de Ingeniería Informática en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Además, acaba de recibir dos galardones: el reconocimiento del Servicio Español para la Internacionalización de la Educación (SEPIE) y el Premio FPCAT 2024 en la categoría de Trayectoria individual de la persona usuaria de los centros de formación profesional por ser un "ejemplo inspirador de superación personal y académica", tal como apunta el jurado de los premios.

 

¿Por qué decidiste dejar Ghana, tu país? ¿Con qué edad lo hiciste?

Dejé mi país por el tema económico. Cuando tenía quince años y estaba estudiando la ESO en Ghana, mi padre perdió el trabajo y tuve que dejar la escuela porque no la podíamos pagar. A raíz de esto, me fui de mi pueblo a la capital.

 

¿Entonces decidiste buscar otro futuro en Europa?

Cuando llegué a Acra, me encontré a unos chicos en la calle y me dijeron que se iban de Ghana hacia Europa y que allí podría continuar los estudios y estudiar con la gente blanca. Acepté la propuesta y me fui con ellos. Fue un viaje muy duro porque fue por tierra, en camiones y autobuses. Salí de Ghana hacia Burkina Faso en autobús. Después de Burkina Faso no sabía hacia dónde iríamos porque geográficamente no lo tenía claro.

 

¿Y este viaje tan largo lo hiciste solo?

Sí. Además, en Burkina Faso me quedé sin recursos y los chicos con los que iba me dejaron atrás. Encontré trabajo y me quedé allí tres meses. En este país el trabajo más común para reunir el dinero suficiente para pagar al siguiente camionero es llenar sacos de cebollas. Después de tres meses allí, conseguí reunir el dinero para pagar a otro conductor. En aquel nuevo viaje, fui el asistente del camionero que me llevó hasta Argelia pasando por Mali. Una vez en Argelia, el conductor me dijo que se quedaba allí. Me quedé en Argelia solo y sin recursos. Un día empecé a encontrarme muy mal y me desmayé en medio de la calle. Acabé en un hospital gracias a una mujer que me encontró y me llevó allí. Me operaron de apendicitis.

 

¿Fue el paso previo a coger la patera hacia Europa?

Cuando ya estaba recuperado, la familia de la mujer que me llevó al hospital me ayudó a llegar hasta Marruecos y me llevó al cortijo de un hombre que trabajaba de panadero. Empecé a ayudarle en la tienda, a hacer pan y a limpiar. Después de tres meses en Marruecos, el hombre me ayudó a llegar hasta el mar Mediterráneo. Allí me dijeron que fuera a Gadir, desde donde saldría la patera para llegar a Europa. Viajé con dieciséis personas, todas más mayores que yo. El viaje duró ocho horas hasta que llegamos a una playa de Las Palmas. Una vez allí, vi que todo el mundo huía, porque en África creemos que en Europa hay una deportación masiva.

 

Por fin llegas a Europa, sin documentación y agotado me imagino.

Viajé sin pasaporte ni ningún papel de nacimiento. Cuando llegué al centro de Las Palmas, fui a una mezquita. Me pasé una semana durmiendo delante de la mezquita. En aquel momento tenía diecisiete años. Me dijeron que me tenía que hacer el pasaporte porque, si no lo tenía, no me podían identificar. Hicieron la consulta al consulado de Ghana y en aquel momento no había citas disponibles para poder hacerme el pasaporte, pero me dijeron que tenían que ir a Roquetas de Mar (Almería) para hacer el pasaporte de los jóvenes ghaneses que vivían en Almería. Viajé desde Las Palmas hasta Almería con un DNI falso en ferri.

Tardaron casi un año y medio en hacerme el pasaporte. Mientras tanto, estaba en la calle, en Roquetas, esperando. Me puse a trabajar en un campo cosechando frutas a cambio de cinco euros al día. Estuve tres meses así.

 

¡Qué periplo! ¿Y del sur de España a Barcelona?

Mientras trabajaba en Roquetas de Mar, un chico me dijo que, al ser menor, tendría que ir a un centro. Yo no entendía qué era un centro de menores. Aquel chico me dijo que tenía que ir a Barcelona, pero yo estaba desesperado porque habían pasado cuatro meses y todavía no tenía el pasaporte.

Llegué a Barcelona en invierno. Tenía miedo de que la policía me devolviera a Ghana. Después de tres días en el Arco de Triunfo, estuve un día entero sin comida porque no tenía más recursos y no me quedó más remedio que ir a la policía. En la comisaría, les expliqué que no había comido y que tenía hambre. Me compraron un kebab, me interrogaron y me llevaron a un centro. 

“Me gustaría ayudar a los jóvenes de Ghana a tener un aula de informática”

¿Te sentiste bien acogido?

Sí. Fue un proceso porque, cuando llegué, la policía me llevó a un centro de menores en Montcada i Reixac. Allí tuve la primera cama y comida caliente después de casi un año.

 

Hablas catalán muy bien. ¿Cómo lo aprendiste?

En el centro conocí a una educadora que me matriculó en cursos de catalán. Fui haciendo cursos y llegó un momento en el que decidí que quería empezar a estudiar. Pero como todavía no tenía el pasaporte hecho, no podía estudiar en ningún centro educativo público. Esperé hasta el año siguiente y, durante ese tiempo, hice cursos de catalán y castellano. A la vez seguí un programa de formación e inserción (PFI) de informática y, después, empecé un ciclo de grado medio. Pero como todavía no tenía la residencia, no podía hacer prácticas. Estuve a punto de dejarlo todo, pero justo en ese momento me dieron la residencia.

 

¿Crees que hay facilidades para aprender catalán cuando llegas a Cataluña?

Aprendí catalán con mucho esfuerzo. Yo tenía muy claro lo que quería estudiar y sabía que, para poder hacerlo, tenía que aprender catalán. Al principio fue muy difícil porque hay muy pocas plazas para la gente recién llegada.

Primero empecé a hacer clases de catalán con una mujer de Granollers, que me enseñó las palabras básicas. Después le dije a la educadora del centro que quería ir a una escuela para que me enseñaran la lengua. Encontramos el centro de Santa Coloma de Gramenet del Consorci per a la Normalització Lingüística (CPNL), donde hice desde el básico 1 hasta el elemental. Posteriormente, dejé los cursos porque estaba haciendo el ciclo de grado medio y, además, estaba trabajando.

 

Después de unos años en Cataluña, pudiste volver a tu país natal, ¿verdad? Explícanos como fue.

Pude hacer las prácticas, la empresa me acabó contratando y pasé a hacer el ciclo de grado superior. Cuando acabé el grado superior, vi que había becas para hacer intercambios. Presenté la documentación correspondiente y me dijeron que un 20 % de la beca asignada estaba destinado a hacer un intercambio con cualquier parte del mundo. Yo conocía a una persona que tiene un fundación en Barcelona que becan a alumnos en Ghana para que puedan trabajar allí con las empresas de aquí.

Pensé que era una idea perfecta y pedí información. Aceptaron mi currículum y pude viajar a Ghana. Me reencontré con mi familia después de seis años.

 

¿Cómo fue el momento de reencontrarte con tu familia después de tantos años?

El momento en el que llegas al pueblo y todo el mundo te está esperando, como si fueras Lamine Yamal, es increíble. Mi madre estaba allí con mi abuela, que ya tiene una edad, pero quería esperarme en la estación de autobús. Fue espectacular, un momento muy bonito.

En los primeros días de estar nuevamente en Ghana, mi madre venía a verme para comprobar si todavía estaba allí, porque cuando me fui de Ghana a Europa no avisé a nadie.

 

¿Has vivido el racismo en primera persona?

Sí, muchas veces. Por ejemplo, una mañana que iba a estudiar, cogí el metro en la estación de Paseo de Gracia para ir hasta la Barceloneta y un hombre a quien le habían robado pensó que había sido yo y me empezó a decir de todo.

 

¿Llegar a la universidad es un sueño hecho realidad?

Sí, es un sueño que no pensaba que podría cumplir. Yo solo quería estudiar con la gente blanca y ayudar a mi familia.

 

¿Cómo conociste la UOC?

Cuando acabé el grado superior, quería estudiar en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), pero ese verano encontré trabajo en una empresa multinacional. Pensé que trabajar en esa empresa era una gran oportunidad y se lo expliqué a mi educadora. Ella me dijo que, si no quería perder el trabajo y quería estudiar a la vez, existía la posibilidad de estudiar en la UOC.

 

¿Tenías clara la carrera que querías estudiar?

Sí, tenía muy claro que quería estudiar Ingeniería Informática.

 

¿Cuáles son tus objetivos a corto plazo? ¿Y a largo plazo?

Mi objetivo a corto plazo es acabar la carrera de Ingeniería Informática, y el objetivo a largo plazo es establecer una relación solidaria entre alumnos de Cataluña y de Ghana.

Además, también me gustaría ayudar a los jóvenes de Ghana a tener un aula de informática porque, cuando iba a la escuela allí, nos enseñaban informática, pero no teníamos ordenadores, solo nos enseñaban la parte teórica. Mi sueño es ayudar a los jóvenes de Ghana para que puedan tener un aula de informática y puedan adquirir experiencia. Actualmente, estoy en el proceso, porque tengo a gente que me está ayudando a gestionarlo.

 

Acabas de recibir el reconocimiento del SEPIE. ¿Qué supone para ti esta distinción?

Estoy muy agradecido porque tienen en cuenta a los jóvenes y nos dan una oportunidad para poder hacer una carrera. Personalmente, siento una gran confianza porque tengo los objetivos muy claros. Recibir este reconocimiento es una manera de decir que los recién llegados también aprovechamos las oportunidades. Además, me permite dar ejemplo a los jóvenes que llegarán: que sepan que Ahmed empezó desde cero y ha podido llegar a este punto. 

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