22/7/25 · Educación

"Es muy importante aportar una mirada orientada a la mejora permanente y a la innovación, con el objetivo de formar a maestros competentes, críticos y comprometidos"

Maite Fernández-Ferrer , directora del grado de Educación Primaria

Maite Fernández

Ya graduados los primeros estudiantes del grado de Educación Primaria de la UOC, la fecha que hay que recordar ahora es el 25 de septiembre de 2025, cuando empezará la nueva edición de este programa. La nueva directora, la profesora Maite Fernández-Ferrer, nos explica en esta entrevista las claves de la nueva etapa del grado, teniendo muy en cuenta los tiempos transformadores que vivimos.

¿Qué significa asumir la dirección del grado de Educación Primaria en esta etapa de consolidación?

Asumir la dirección del grado de Educación Primaria en esta etapa significa, antes que nada, dar continuidad al trabajo vocacional y muy bien hecho hasta ahora por el profesor Toni Badia, consolidando su legado y, a la vez, aportando nuevas perspectivas que puedan enriquecer la formación de las futuras maestras. Y, en segundo lugar, significa sentir la ilusión y la responsabilidad de poder sentar y fortalecer un proyecto que pone en el centro la educación como motor de transformación social, sobre todo en el momento clave en que se encuentra de seguir creciendo con solidez y sentido. 

Es decir, tras unos primeros años de implantación, creo que nos encontramos ante el reto de garantizar lo que nos hace únicos como grado en una universidad abierta: una docencia de calidad, flexible y profundamente conectada con las necesidades reales de las escuelas y de la sociedad. Por eso, pienso que esta nueva etapa es clave para seguir profundizando en los valores que han definido el proyecto hasta ahora –rigor, innovación pedagógica, compromiso con la sociedad…–, pero también para consolidar un modelo de enseñanza y aprendizaje que sitúe el estudiantado en el centro, garantizando esta formación actualizada y alineada con los retos actuales de la educación primaria. Todo ello toma aún más sentido si entendemos la formación de maestros como un ciclo que se nutre continuamente: formamos a maestros que, a la vez, formarán a las generaciones futuras, creando un círculo virtuoso que impacta directamente en la calidad de vida y la cohesión social de la ciudadanía.

¿Qué retos afronta ahora mismo el grado?

Pienso que, justamente ahora que el grado ya se ha desplegado del todo, es una oportunidad para trabajar codo con codo con un equipo docente comprometido, para profundizar en la relación con el entorno, las escuelas y los centros de prácticas, y para ir asegurando que las y los estudiantes se forman con las herramientas y en las competencias que hoy necesita la profesión docente. En este sentido, para mí dirigir este grado significa velar por que cada decisión –desde la planificación curricular hasta la coordinación del profesorado– contribuya a garantizar esta experiencia de aprendizaje coherente, de calidad y orientada a preparar a maestros y maestras capaces de afrontar los retos educativos presentes y futuros.

Por eso, además de asegurar la continuidad de un proyecto ya sólido, para mí es muy importante hacerlo aportando una mirada orientada a la mejora permanente y a la innovación, con el objetivo de formar a maestros competentes, críticos y comprometidos con estos retos. Pienso firmemente que la dirección debe contribuir a reforzar la vinculación del grado con las necesidades y tendencias actuales del sistema educativo, promoviendo valores como la inclusión, la sostenibilidad o el compromiso ético, siempre alineados con la estrategia institucional de la UOC.

¿Cómo están evolucionando el rol y los retos de los nuevos profesionales de la educación primaria en el contexto actual cambiante y de cara al futuro?

Está claro que las y los profesionales de la educación primaria afrontan hoy una realidad social y educativa compleja y en plena transformación, marcada por fenómenos como la irrupción de la inteligencia artificial y la crisis climática, que plantean nuevos retos sociales y sin precedentes. Ante este escenario, es imprescindible que la formación de los futuros maestros se adapte para prepararlos para un futuro incierto y cambiante, dotándolos de las competencias necesarias para acompañar y liderar procesos de aprendizaje que respondan a estas demandas emergentes.

Por eso, en primer lugar, el rol del profesional de la educación primaria debe centrarse en la promoción del aprendizaje a lo largo de la vida, así como en fomentar la autoregulación del proceso de aprendizaje en su alumnado. No solo se trata de transmitir conocimientos, sino de enseñar a aprender, a reflexionar y a ser críticos y responsables en un mundo en constante evolución. Esto implica que la formación inicial de maestros y maestras debe seguir incorporando de forma prioritaria un modelo de aprendizaje centrado en el estudiantado, que promueva su responsabilidad activa y el desarrollo competencial. 

En segundo lugar, en medio del debate sobre cómo la inteligencia artificial transformará la educación formal e informal, la figura de la maestra debe transcender el rol tradicional de transmisora de conocimientos. Debe convertirse en una facilitadora, una guía que acompaña al alumnado en la construcción de su propio conocimiento y en el desarrollo de una sabiduría propia. Este acompañamiento implica que el aprendizaje y la evaluación se entiendan como un proceso integrado y dialógico, en que la formación docente garantice que el estudiantado adquiera competencias evaluativas sólidas que permitan una retroalimentación efectiva y significativa. En este sentido, es cierto que la propia integración de la digitalización y de las nuevas tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial, puede convertirse en un elemento ineludible para la personalización del aprendizaje y la innovación metodológica en el grado, siempre, claro, desde un uso crítico, ético y responsable.

En tercer lugar, la maestra del futuro tendrá que hacer frente a la transformación curricular impulsada por un nuevo modelo competencial en que destaca la importancia de la educación para la sostenibilidad, la inclusión y la diversidad, de acuerdo con los ODS. Esta nueva arquitectura curricular tendría que basarse en el uso de metodologías activas, que permitan una mayor personalización del aprendizaje, teniendo en cuenta las necesidades de cada alumna. Por lo tanto, las futuras maestras tendrían que poder innovar, desarrollando un modelo educativo en que el alumnado sea el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje. 

¿Cómo debe gestionarse el multilingüismo en las aulas?

En el contexto en que nos encontramos, las y los maestros deben saber gestionar la diversidad lingüística del aula, garantizando el uso del catalán como lengua vehicular, pero también promoviendo una educación inclusiva que valore la pluralidad cultural y lingüística. Así, la formación tiene que preparar a docentes con la capacidad de entender e integrar estas diversas realidades con un enfoque que fortalezca la identidad cultural catalana, pero desde una mirada abierta e inclusiva.

Y, finalmente, y por todo lo que ya se ha dicho, la flexibilidad y la interdisciplinariedad se perfilan como competencias imprescindibles. Las maestras del futuro tienen que ser capaces de romper con esquemas tradicionales, trabajando en equipo y construyendo comunidades educativas sólidas que favorezcan la colaboración, la pertenencia y un cambio cultural profundo en la escuela y su entorno. Este nuevo paradigma sitúa el maestro como agente activo de transformación social, capaz de generar impacto no solo en su escuela, sino también en el ámbito global.

Por todo ello, pienso que ahora mismo es imprescindible consolidar un nuevo marco común de referencia de competencias profesionales docentes que oriente la formación y el desarrollo de maestros en este contexto. Esto asegurará que las y los futuros profesionales adquieran las habilidades, los conocimientos y los valores necesarios para afrontar los retos del siglo xxi con un enfoque que integra la responsabilidad social, las nuevas tecnologías y una visión del aprendizaje permanente, alineada con los compromisos de la Agenda 2030 y con la misión transformadora de la educación.

¿Qué nuevas perspectivas o líneas de desarrollo quieren aportarse al grado?

Para mí, en primer lugar, uno de los pilares fundamentales del nuevo proyecto es la participación colectiva y transversal de todo el equipo docente y del alumnado. Me gustaría sistematizar un modelo en que no solo se impartan contenidos, sino que también se genere un espacio de construcción conjunta del perfil profesional que queremos formar. Por eso, me gustaría impulsar jornadas participativas y procesos de retroalimentación continua como herramienta estratégica para poner en común experiencias, retos y propuestas de innovación educativa. Esto permitiría ir ajustando el grado de un modo dinámico y contextualizado a estos retos que he ido mencionando hasta ahora. Todo ello requiere, también, imaginación para involucrar a una comunidad docente y estudiantil que es diversa y deslocalizada, aprovechando el potencial gigantesco que tiene la UOC para conectar a maestras y maestros en todo el territorio y crear espacios de ida y vuelta, de diálogo y colaboración reales con las escuelas y los profesionales. Nuestra misión es hacer que esta red sea viva y tenga retorno para el territorio.

Además, me gustaría poner en el centro la formación integral de la persona, que va más allá de los conocimientos curriculares estrictos. Por eso, en el proyecto presentado se pone el foco en incorporar de forma explícita competencias transversales como el pensamiento crítico, la capacidad de adaptación al cambio, la conciencia ética y social, y el uso responsable de las tecnologías digitales. Para mí estas son más que competencias, diría que son metacompetencias, imprescindibles para formar a maestras y maestros que sepan afrontar la complejidad del aula y de la sociedad del siglo xxi.

Otro aspecto clave es la participación activa del alumnado y de las primeras promociones, que ya a partir de ahora empezarán a insertarse en el sistema educativo como maestros. Su voz es fundamental para entender cómo se aplica lo que aprenden a la práctica y qué necesidades emergentes hay. Espero que esta perspectiva nos permita generar ajustes "en tiempo real" y hacer que el grado sea un verdadero agente de cambio.

¿Y en cuanto a la metodología?

En cuanto a la metodología, como decía, el proyecto quiere seguir apostando por un modelo centrado en el aprendizaje activo, competencial y colaborativo. Queremos que las y los estudiantes sean protagonistas de su proceso formativo, con una gran carga de prácticas reflexivas, trabajo en equipo y resolución de problemas reales. Por eso, hay que seguir incorporando formatos y recursos digitales innovadores que faciliten el aprendizaje flexible y adaptado a las necesidades de cada alumno, manteniendo siempre los estándares de calidad. Y es por eso que el grado debe seguir reforzando la vinculación con la realidad práctica, a través de un prácticum estructurado, de calidad y muy coordinado, que permita a las y los estudiantes conectar los aprendizajes teóricos con la experiencia real en las escuelas y desarrollar competencias profesionales clave y en el propio entorno.

También se destaca la importancia de la formación en valores y en responsabilidad social y ambiental. En el proyecto presentado por la dirección de grado ya se hace especial énfasis en la integración de contenidos que preparen a los futuros maestros para abordar la diversidad, la inclusión y la sostenibilidad como ejes transversales, no como contenidos adicionales. Eso significa que cada asignatura y cada experiencia educativa incorporan esa mirada global que entendemos indispensable para la educación actual.

Y otro elemento del proyecto, ya impulsado por el profesor Toni Badia, es el compromiso con la mejora continua basada en la evidencia y la investigación educativa. Esto nos permite identificar oportunidades de mejora e innovación continua, manteniendo el grado siempre actualizado y alineado con las necesidades sociales y educativas.

En definitiva, el proyecto que se quiere continuar tiene la perspectiva de situar la educación y la formación de las y los futuros maestros en el centro de un proceso vivo, integrador y transformador. El grado no solo quiere formar a profesionales competentes, sino también a personas comprometidas, críticas y con una mirada amplia que les permita adaptarse a los tiempos que vivimos, anticipándolo y transformándolo.

Desde su lanzamiento en 2021, ¿cómo ha evolucionado el grado en cuanto a matrícula, perfil del alumnado y percepción en el ámbito educativo?

Desde su inicio, el grado ha tenido solo un semestre de acceso, el semestre de septiembre, y la evolución de matrícula se ha visto marcada por las indicaciones recibidas en el informe de verificación, pasando de 100 a los 300 estudiantes actuales en estos cuatro años de desarrollo. Sin embargo, próximamente, y fruto de la validación del Modifica presentado a principios de este año, podremos pasar también de forma gradual de los 300 a los 1000 estudiantes los tres próximos cursos, abriendo también la matrícula en el segundo semestre de cada curso.

¿Qué balance se hace de la implementación de las cinco asignaturas de prácticum? ¿Se han generado buenas sinergias con los centros escolares?

La implementación de las cinco asignaturas de prácticum se está consolidando progresivamente (este semestre 2024-2 ya tenemos implementados todos los cinco prácticums), y ya se ha creado un marco estable y de confianza con los centros escolares, que se valora muy positivamente. Pese a la complejidad, está claro que las prácticas son clave para articular la conexión entre la teoría y la práctica docente, y para preparar a profesionales reflexivos y comprometidos con los retos educativos actuales.

En este contexto, a partir del próximo semestre (2025-1), introduciremos una novedad importante: el estudiantado podrá matricularse en más de un prácticum simultáneamente. Hay que tener en cuenta que, para nuestro estudiantado, hacer prácticas presenciales es todo un reto. Y eso significa que quien lo desee podrá seguir cursando un prácticum por semestre, pero también habrá la posibilidad de cursar los cinco prácticums en tres o cuatro semestres. Esta medida quiere flexibilizar el proceso y ofrecer más margen para adaptar los periodos de prácticas a las necesidades individuales, dando respuesta a las distintas circunstancias personales y académicas. Confiamos que esta acción facilitará la incorporación progresiva a las prácticas, mejorando la coordinación con los centros escolares y, sobre todo, enriqueciendo la experiencia formativa del estudiantado.

Hay que destacar, además, que la UOC cuenta con varias figuras docentes que apoyan al estudiantado durante el prácticum: profesores responsables de asignatura, profesores docentes colaboradores y supervisoras de centro de prácticums, que visitan los centros y mantienen un contacto directo tanto con la dirección como con las y los mentores de las escuelas. Este acompañamiento es fundamental para garantizar un seguimiento próximo y una experiencia de calidad.

Lo que hay que extraer de todo esto, además, es que esta colaboración estable con los centros escolares ha permitido generar sinergias positivas que van más allá del propio prácticum. Se ha establecido un diálogo constructivo entre la universidad y los centros, que contribuye a alinear mejor la formación inicial con estas realidades y necesidades del mundo educativo actual de las cuales hablábamos, empezando a crear una comunidad de aprendizaje que beneficia a todas las partes implicadas.

Por lo tanto, mantenemos una mirada optimista y comprometida para consolidar y expandir estas prácticas como espacios fundamentales para la formación integral de las y los futuros maestros, con un enfoque reflexivo, crítico y práctico.

¿Cuáles son las prioridades estratégicas para el futuro del grado en los próximos años?

Las prioridades estratégicas para el futuro del grado en Educación Primaria se centran en consolidar y proyectar el grado como una formación de referencia en el territorio, capaz de dar respuesta a los retos actuales y futuros del sistema educativo. Desde esta perspectiva, en estos momentos hay sobre la mesa varias líneas de trabajo clave que combinan aspectos pedagógicos, organizativos y de proyección territorial e institucional, y marcan las pautas de trabajo futuro desde esta nueva dirección. 

En primer lugar, una prioridad esencial es optimizar la coordinación del trabajo final de grado (TFG). Este es un momento académico crucial para el estudiantado y para la calidad del título. Por eso, se ha decidido que el TFG pueda matricularse en los dos periodos de matriculación, y empezarlo en septiembre y febrero –hasta ahora solo podía matricularse en septiembre de cada año académico–. Esta revisión permitiría mejorar el acompañamiento individualizado, distribuir mejor la dedicación de trabajo y reforzar la vinculación entre el trabajo de investigación y las competencias profesionales que quieren potenciarse en las futuras maestras.

En segundo lugar, se considera fundamental consolidar el catalán como lengua vehicular del grado. Esto implica asegurar que el catalán sea lengua obligatoria en asignaturas clave del plan de estudios, con el objetivo de promover no solo la competencia lingüística, sino también el compromiso cultural y social que esto supone en el ámbito educativo. Esta prioridad es coherente con la misión de la UOC y también con las necesidades del sistema educativo catalán. Por tanto, lo que debemos asegurar es que todo el profesorado formado en el campus catalán tenga un dominio muy alto de la lengua y que lo demuestre en asignaturas de varias áreas de conocimiento de las ciencias de la educación.

En tercer lugar, quiere explorarse la posibilidad de ofrecer el grado más allá del territorio catalán. Esta apuesta territorial abriría la puerta a nuevos perfiles de estudiantes y permitiría reforzar la proyección y el prestigio de la UOC como universidad de referencia en el ámbito de la educación a distancia. Naturalmente, este objetivo tendría que ir acompañado de garantías para preservar la calidad y la identidad del grado.

En cuarto lugar, es imprescindible adecuar el grado a las particularidades del nuevo Real Decreto de ordenación de las enseñanzas universitarias, especialmente en cuanto a la distribución de los créditos, la formulación de los resultados de aprendizaje y la incorporación de las menciones. Esta adecuación normativa es clave para garantizar la validez oficial y la competitividad del grado, así como para facilitar la movilidad y el reconocimiento internacional del título. Y hablando de movilidad, y con el paraguas de OpenEU, se plantea impulsar una mirada más abierta hacia la internacionalización, que vaya más allá de la oferta territorial. Esto podría incluir fomentar convenios y proyectos conjuntamente con universidades e instituciones educativas internacionales, promover la movilidad tanto de estudiantes como de profesorado, y participar activamente en redes globales que permitan compartir conocimientos y buenas prácticas.

En relación con este cuarto punto, quiere impulsarse la ampliación de la oferta de menciones con nuevas especializaciones, como por ejemplo de educación física o música. Estas nuevas opciones permitirían dar respuesta a las necesidades reales del sistema educativo y, a la vez, captar y mantener el interés de un estudiantado diverso y con inquietudes formativas muy concretas. Esta oferta flexible y diversa puede ser un elemento clave para adaptarnos a las diferentes trayectorias profesionales y para contribuir a una formación integral y de calidad.

¿Qué presencia tendrán la digitalización y la innovación pedagógica en las distintas líneas?

Entendemos que la digitalización y la innovación pedagógica deben ser elementos transversales que impregnen todas estas líneas estratégicas del grado. Es decir, la incorporación de tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial y estrategias para el aprendizaje personalizado, seguirá siendo un pilar fundamental para garantizar que cada vez seamos más capaces de ofrecer experiencias educativas más adaptadas, inclusivas y efectivas.

Finalmente, pero no menos importante, se quiere consolidar un compromiso firme con la formación continua del profesorado y la investigación educativa. Creo que mantener la excelencia y la innovación en la formación del grado pasa por ofrecer oportunidades permanentes de desarrollo profesional para todo el equipo docente y para fomentar líneas de investigación que enriquezcan el currículum y respondan a los retos educativos emergentes.

Y, a todo ello, hay que añadir la voluntad de seguir colaborando estrechamente con el Departamento de Educación y con el resto de universidades y facultades de educación de Cataluña para contribuir de forma activa a la mejora continua de la calidad de los estudios de formación inicial del profesorado y otros profesionales de la educación, tal y como también se hace en otros estudios de grado y máster de la UOC, como por ejemplo los másteres en Educación y TIC (e-learning) o Psicopedagogía. Este trabajo conjunto refuerza nuestra vocación de servicio público y nuestra contribución al ecosistema educativo del país.

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