"Las relaciones sociales desempeñan un papel clave en el desarrollo de la tecnología"
Wiebe E. Bijker, ingeniero y sociólogo
El pasado 28 de febrero se presentó en Barcelona la Asociación Catalana de Estudios de la Ciencia y la Tecnología (STS-CAT), creada recientemente y presidida por Eduard Aibar, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El evento contó con el ingeniero y sociólogo neerlandés Wiebe E. Bijker, reconocido por su labor interdisciplinaria en la intersección entre la tecnología, la sociedad y la ciencia. Bijker está convencido de que, en un futuro, los estudios de ciencia y tecnología (STS) estarán cada vez más involucrados en cuestiones políticas y legislativas, especialmente en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS).
Su investigación ha sido fundamental en el desarrollo de la teoría de la construcción social de la tecnología. ¿Cómo explicaría este concepto a alguien que no esté familiarizado con él?
Dicho de manera sencilla, el funcionamiento de una tecnología no puede explicarse completamente por sus detalles materiales y científicos, es decir, la física, la química y la ingeniería no son suficientes para explicar el desarrollo de la tecnología. En cambio, las relaciones sociales en torno a la tecnología desempeñan un papel clave, no solo por su impacto en la sociedad, sino también en su configuración y funcionamiento.
¿Podría poner un ejemplo?
Sí, la invención de la bicicleta más común hoy en día, que en la década de 1880 recibía el nombre de bicicleta de seguridad. En la década de 1870, la bicicleta más utilizada era el biciclo, que tenía la rueda delantera más grande que la trasera. A primera vista, cuesta entender que tuviera tanto éxito, ya que era bastante peligrosa y todos los elementos técnicos necesarios para una bicicleta de ruedas bajas con transmisión por cadena trasera estaban al alcance de la mano. Sin embargo, si miramos a través de los ojos de los usuarios del biciclo de rueda alta, vemos algo así como la "bicicleta de los machos": un vehículo con el que se podía transitar cómoda y rápidamente por caminos adoquinados y con el que uno podía transmitir la imagen de ser atlético y atrevido, es decir, una máquina exitosa y que funcionaba bien.
“Estoy convencido de que los estudios de ciencia y tecnología pueden contribuir sustancialmente a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU”
¿Por qué surgió entonces la bicicleta de seguridad y cómo influyeron los diferentes grupos sociales en su adopción?
Para otros grupos sociales, como las mujeres y los hombres de edad avanzada, el biciclo no era seguro, no era fácil de conducir y, por lo tanto, no era práctico. Cuando esta otra visión del biciclo se fue extendiendo, comenzó a desarrollarse la bicicleta de seguridad de ruedas bajas. Consiguientemente, analizando las opiniones de grupos sociales relevantes, como los "varones jóvenes con medios y coraje" que montaban en biciclo y las mujeres que querían montar pero no podían, podemos ofrecer una explicación del desarrollo tecnológico en torno a la bicicleta a finales del siglo xix.
¿Y cuál sería la explicación más elaborada?
La construcción social de la tecnología (o SCOT, por sus siglas en inglés) es una metodología heurística que se aplica para estudiar la tecnología en tres pasos. En primer lugar, una máquina como la bicicleta se describe a través de los ojos de los grupos sociales relevantes. En mi ejemplo, los varones jóvenes y atléticos ciclistas, por un lado, y las mujeres ciclistas, por el otro, tenían visiones diferentes del biciclo. En primer lugar, el investigador puede demostrar la flexibilidad interpretativa con la que se ve la máquina: había una bicicleta insegura a los ojos de las mujeres y una bicicleta de machos a los ojos de los "varones jóvenes con medios y coraje". Después, el investigador observa cómo la flexibilidad interpretativa disminuye con el tiempo a medida que una máquina gana terreno sobre otras y su significado se estabiliza como resultado de este proceso de construcción social. Finalmente, esta construcción social se analiza y se explica interpretando las interacciones sociales mediante el uso del concepto de marco tecnológico de ese grupo social relevante.
Uno de los aspectos clave de su trabajo es el papel de los actores sociales en la evolución tecnológica. ¿Podría darnos un ejemplo que ilustre esta idea?
El estudio que Eduard Aibar y yo hicimos sobre la configuración del barrio del Eixample de Barcelona en el siglo xix podría ser un buen ejemplo. El Eixample de Barcelona se conoce comúnmente como "Plan Cerdà", pero su forma y desarrollo no deben entenderse como una aplicación directa del diseño de Ildefons Cerdà. Efectivamente, el Eixample es el resultado de complicadas interacciones entre, al menos, dos grupos sociales relevantes: los ingenieros civiles (encabezados por Cerdà) y los arquitectos (con Antoni Rovira como principal interlocutor).
¿Cómo influyeron las distintas opiniones de ingenieros y arquitectos en el desarrollo del Eixample de Barcelona?
En la disputa entre los dos marcos tecnológicos, se utilizaron distintos trucos retóricos. El marco tecnológico de los ingenieros, por ejemplo, produjo una fórmula matemática para determinar la distancia entre las manzanas del Eixample, una fórmula que nunca se explicó, pero que aun así dio cierta credibilidad científica al plan. El marco tecnológico de los arquitectos argumentó primero que el plan de los ingenieros era demasiado monótono y carecía de imaginación. En segundo lugar, y de manera más eficaz, los arquitectos argumentaron que el plan había sido dictado por Madrid y que era una traición a Cataluña. Al final, el Eixample conserva algunas de las características del plan original de Cerdà, pero fue adaptado en muchos aspectos mediante la incorporación de elementos del marco tecnológico de los arquitectos.
Desde su punto de vista, ¿cuál es el futuro de los estudios de ciencia y tecnología? ¿Hacia dónde cree que se dirige este campo?
Creo que nuestro campo se encamina cada vez más hacia una comprensión teórica, tanto de la configuración social de la ciencia y la tecnología como de la configuración científica y técnica de las sociedades: diga lo que diga a continuación, la calidad académica y la solidez de la investigación sobre los STS deben seguir siendo el pilar de lo que hacemos. Sin embargo, en segundo lugar, sí veo una participación más activa en cuestiones políticas y normativas basada en un compromiso reflexivo y (auto)crítico con las normas y los valores, incluida la solidaridad global, y la política y la formulación de políticas. En concreto, estoy convencido de que los estudios de ciencia y tecnología pueden contribuir sustancialmente a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU.
Adelantando un poco ese futuro, ¿qué considera más importante en los estudios de ciencia y tecnología?
Si pensamos en el futuro de los STS y su valor específico, destacaría que existen tres elementos muy diferentes en su práctica que son importantes: conocimiento, instituciones y habilidades. El conocimiento académico producido por los STS, como el carácter constructivista de las máquinas tecnológicas y los hechos científicos, es importante como conocimiento en sí mismo y como elemento básico para abordar los desafíos sociales. Instituciones como las revistas de estudios de ciencia y tecnología, los programas para la investigación en este campo y las sociedades académicas como la Asociación Catalana de Estudios de la Ciencia y la Tecnología (STS-CAT) son importantes para crear una comunidad en la que los investigadores puedan debatir de forma crítica y segura el trabajo de los demás y, de este modo, apoyarse mutuamente. Las habilidades socioacadémicas de los investigadores de los STS son quizás las más importantes, ya que incluyen la capacidad de facilitar la cooperación interdisciplinaria y transdisciplinaria, de combinar estudios de caso a microescala con generalizaciones a macroescala, de combinar la erudición con el activismo y la formulación de políticas, y de actuar como intelectuales públicos en los debates sociales.
En su opinión, la tecnología no es neutral, sino que está determinada por valores sociales y políticos. ¿Cómo podemos garantizar que el interés público siga siendo fundamental en el desarrollo tecnológico?
A decir verdad, no existe un interés público aceptado unánimemente por toda la ciudadanía. Los intereses públicos son plurales y, por eso, son al mismo tiempo tan urgentes como difíciles de incluir en el desarrollo tecnológico. Esto implica que los valores, los puntos de vista y las necesidades de los distintos grupos de interesados y la ciudadanía deben incluirse en el desarrollo de nuevas tecnologías en una fase lo más temprana posible.
¿Cuáles son las formas eficaces de implicar a las distintas partes interesadas en la toma de decisiones tecnológicas, especialmente en situaciones complejas o inciertas?
No tiene por qué tratarse de una conversación de sordos en la que todos se gritan entre sí y sin una base común para el diálogo. Como argumenté en la conferencia pública que hice en la UOC en 2009, existen formas solventes de organizar la participación pública. En las situaciones de riesgo simple, en las que todo el conocimiento necesario es científicamente cierto (por ejemplo, el peligro del amianto), solo necesitamos a los científicos para que asesoren sobre la magnitud del riesgo y las medidas para enfrentarnos a él. En las situaciones de riesgo incierto, no todos los conocimientos científicos son seguros y hay que tomar decisiones sopesando varios intereses (por ejemplo, la nanotoxicidad). En estos casos, también hay que invitar a participar a las partes interesadas pertinentes. Por último, en situaciones de riesgo ambiguo, no solo una parte del conocimiento científico es incierto, sino que tampoco existe un acuerdo sobre una visión compartida por la sociedad (por ejemplo, la mejora de la humanidad a través de la IA). En ese caso, no basta con sopesar lo que está en juego, sino que hay que debatir la propia configuración de la sociedad, y la ciudadanía en general debe participar en un diálogo sobre la naturaleza del riesgo y las formas de avanzar.
Pero ¿eso no es relativismo?
Reconocer varios intereses (es decir, lo que está en juego) y varios puntos de vista sobre lo que constituye una sociedad ideal no implica relativismo. Defiendo firmemente que los valores humanitarios, tal como se explican, por ejemplo, en el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales de 1950, son universalmente válidos y deben ser defendidos activamente por todo el mundo, en todo momento y en todas partes. (Soy consciente, sin embargo, de que tanto la interpretación de estos valores como la aplicación de las políticas a menudo son difíciles de llevar a cabo, y no están exentas de controversia).
¿Cree que los intereses políticos y comerciales suponen una amenaza para una evolución tecnológica que priorice el bien común?
No tiene por qué. Pero sí creo que estos intereses comerciales deben ser supervisados y mantenidos bajo el control del Estado de derecho y de diversas regulaciones nacionales e internacionales. Esto no siempre es fácil, como vemos claramente en la pesadilla que están viviendo actualmente en Estados Unidos. Los intereses comerciales de las grandes empresas tecnológicas y petroleras no solo amenazan el desarrollo científico y tecnológico (con ataques a las universidades, la educación, la ciencia climática y las regulaciones ambientales), sino que erosionan los propios cimientos democráticos de Estados Unidos.
¿Hay escapatoria?
Europa puede ofrecer una alternativa. Durante décadas, las regulaciones de la Unión Europea, a pesar de que a muchos les parezcan ridículas, han permitido controlar algunas de las mayores empresas capitalistas y no veo ninguna razón por la que no pueda seguir siendo así. Pero esto tendrá un precio, ya que en la situación geopolítica actual las relaciones transatlánticas seguirán experimentando tensiones. Es lo que hay. Pero Europa no es un pequeño Calimero, ni económica, ni científica y tecnológicamente, ni siquiera en términos militares. La comunidad en torno a los estudios de ciencia y tecnología puede ayudar explicando las maneras de dar forma a las nuevas tecnologías en consonancia con los valores humanitarios comúnmente compartidos y contribuyendo al diseño de las legislaciones necesarias.
¿Cómo valora los diferentes enfoques del desarrollo de la inteligencia artificial (IA) en Estados Unidos, la Unión Europea y China?
No soy experto en IA, pero, como acabo de decir, Europa no es una potencia pequeña en términos tecnológicos, científicos, económicos y militares. No hay ningún motivo que nos impida seguir desarrollando nuestro propio estilo, nuestras tecnologías y nuestra industria de IA. Por supuesto, para ello es necesario que Europa esté más unida que nunca. Personalmente, estoy muy a favor de aumentar la integración europea y no de reducirla.
En su opinión, ¿serán eficaces los esfuerzos que se están llevando a cabo actualmente para regular la IA, o es necesario un consenso global para garantizar una supervisión significativa?
No creo que a corto plazo se pueda alcanzar un consenso global sobre la regulación de la IA. Pero eso no debería impedir que la Unión Europea y socios como el Reino Unido y Noruega sigan adelante con su regulación. El poder económico de la Unión Europea aumentará el impacto global de dicha regulación, como ha hecho con muchos otros regímenes normativos en las últimas décadas.
El cambio climático constituye uno de los mayores retos a los que se enfrenta la sociedad contemporánea. ¿Cómo pueden contribuir los estudios de ciencia y tecnología a la hora de abordar esta cuestión?
Para quienes conocen la historia de los STS, que comenzó criticando a los científicos por su arrogante descuido de las cuestiones sociales y su neopositivismo infundado, mi respuesta puede resultar sorprendente: creo que los estudiosos de la ciencia y la tecnología deberían ayudar a mantener la confianza en la ciencia y hacer hincapié en la importancia del asesoramiento científico a la hora de plantear políticas.
¿Cómo pueden los STS ayudar a equilibrar la confianza en la ciencia reconociendo al mismo tiempo que el conocimiento científico y la tecnología se construyen socialmente?
Esto se puede lograr reconociendo la naturaleza socialmente construida del conocimiento y las máquinas. De hecho, el asesoramiento científico debe incorporar los diferentes puntos de vista de las partes interesadas y de la ciudadanía. Una de las conclusiones fundamentales de los STS es que la ciencia y la tecnología no se desarrollan siguiendo una lógica única, inherente y autónoma, sino que están cargadas de valores y construidas socialmente. En resumen: todo podría haber sido distinto. Esto abre la posibilidad de nuevos estilos de tecnología, sistemas industriales y economías que incidan menos en el cambio climático. Por lo tanto, los STS aportan un argumento fundamental para reconsiderar nuestra ciencia y tecnología a la luz del desafío sin precedentes que supone el cambio climático. Además, los estudios de ciencia y tecnología pueden ofrecer sus métodos y habilidades para apoyar un trabajo inter y transdisciplinario que es crucial para abordar los grandes desafíos de las sociedades contemporáneas.
Tras haber colaborado con instituciones de todo el mundo, ¿observa diferencias significativas en la forma en la que las distintas sociedades exploran la relación entre tecnología y sociedad?
Los estudios de ciencia y tecnología son un campo con una fuerte cooperación internacional, por lo que las similitudes entre las diferentes sociedades y comunidades científicas son bastante visibles. Sin embargo, tiene razón al sugerir que existen diferencias fructíferas e interesantes. Le pondré un ejemplo. En mi trabajo en la India con investigadores locales de STS aprendí mucho sobre cómo conectar el activismo con la academia y cómo hacer investigación desde el compromiso social. Allí también aprendí a reconocer, respetar y valorar la pluralidad de conocimientos: las diferentes culturas tienen derecho a mantener sus propios sistemas de conocimiento.
¿Cómo se puede conciliar la necesidad de respetar los distintos sistemas de conocimiento con la lucha contra la información errónea y la desinformación?
Esto parece estar en contradicción con lo que he dicho antes sobre la necesidad de defender la confianza en la ciencia y luchar contra las noticias falsas, la desinformación y las teorías conspirativas. No tiene por qué ser así, pero siempre será difícil trazar una línea clara entre los conocimientos no científicos que deben respetarse y la desinformación. Sin embargo, pensemos en el conocimiento que tienen los pacientes sobre su propia enfermedad: los médicos reconocen ahora el valor de ese conocimiento, aunque normalmente no sea científico. En la declaración final del G20 de 2023 se incluyó una declaración de los asesores científicos principales de los gobiernos del grupo sobre la importancia de reconocer la diversidad de conocimientos.
¿Cuáles cree que serán los principales retos a los que se enfrentarán en los próximos años los investigadores que trabajan en estudios de ciencia y tecnología?
Mi respuesta a esta pregunta depende de los acontecimientos internacionales actuales. Es decir, ¿cómo podemos mantener una postura crítica como académicos y, al mismo tiempo, contribuir a la construcción de un mundo mejor como ciudadanos y asesores políticos? ¿Cómo podemos celebrar los valores humanitarios universales en una era en la que se están desarrollando sentimientos de extrema derecha? ¿Cómo vamos a mantener los estándares académicos de unos estudios sólidos y un debate académico abierto mientras los gobiernos autócratas son capaces de inducir a la (auto)censura? No tengo una respuesta adecuada a estas preguntas, solo puedo recurrir al famoso lema real "Keep calm and carry on" ('Mantén la calma y sigue adelante'). Sigamos creyendo en lo que la academia en general y las ciencias sociales y humanas en particular tienen por ofrecer y sigamos manteniendo los altos niveles de calidad académica.
A menudo se percibe una brecha entre las ciencias naturales y las ciencias sociales y humanas. ¿Cree que estos campos deberían trabajar más juntos? ¿Cuáles son los principales obstáculos que lo impiden?
Sí, creo que las ciencias naturales y las ciencias sociales y humanas deberían trabajar más codo con codo. Los retos sociales actuales no se limitan a los pilares de la organización disciplinaria de las universidades. Los investigadores en STS pueden desempeñar un papel muy importante a la hora de promocionar y propiciar dicha cooperación. La interdisciplinariedad no solo constituye el núcleo de la identidad de la mayoría de los investigadores del ámbito de la ciencia y la tecnología. Estos también tienen habilidades que pueden ayudar a dicha cooperación interdisciplinaria dentro de los proyectos de investigación.
¿A qué se refiere con el término cooperación interdisciplinaria?
A una cooperación que vaya más allá de la multidisciplinariedad entre varias especialidades que trabajan juntas, donde cada una aporta sus propios elementos a la solución. En la cooperación interdisciplinaria, las diferentes especialidades que trabajan juntas producen una nueva comprensión integrada en un marco conceptual nuevo y soluciones en las que las disciplinas que contribuyen por separado ya no se distinguen claramente. En los proyectos transdisciplinarios, los científicos y académicos trabajan junto con actores no científicos e integran colectivamente otros tipos de conocimiento y práctica con el conocimiento científico y académico. Me complace ver cómo, cada vez más, las publicaciones y los organismos de financiación reconocen el valor de la investigación interdisciplinaria y transdisciplinaria y facilitan, y a veces incluso exigen, dicha cooperación. En el programa de la Agenda Nacional de Investigación, por ejemplo, el Consejo de Investigación de los Países Bajos exige explícitamente que los consorcios solicitantes incluyan las ciencias naturales, las ciencias sociales y las humanidades, ya que los retos sociales de esa agenda no podrían abordarse de forma creíble de otro modo.
La investigación de la UOC
La UOC investiga, con una marcada especialización en el ámbito digital, para incidir en la construcción de la sociedad del futuro y contribuir a las transformaciones necesarias para hacer frente a los desafíos globales.
Los más de 500 investigadores e investigadoras y más de 50 grupos de investigación se articulan en torno a cinco unidades de investigación para abordar cinco misiones: Cultura para una sociedad crítica, Educación a lo largo de la vida, Salud digital y bienestar planetario, Tecnología ética y humana y Transición digital y sostenibilidad.
Además, la universidad impulsa la transferencia de conocimiento y el emprendimiento de la comunidad UOC con la plataforma Hubbik.
Los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas y el conocimiento abierto son ejes estratégicos de la docencia, la investigación y la transferencia de conocimiento de la UOC. Más información: research.uoc.edu.
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Anna Torres Garrote