"Con la inteligencia artificial podremos personalizar las intervenciones a niños con trastornos del neurodesarrollo"

 

Son tiempos de trabajo intenso para el Grupo de Investigación en Cognición y Lenguaje (GRECIL), adherido al Neurodevelop eHealth Lab del eHealth Center y liderado por el investigador Llorenç Andreu, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación. El grupo cuenta con un equipo consolidado y unido, implicado en varios proyectos para ayudar a los niños con trastornos del neurodesarrollo (TND) mediante tecnologías digitales. En esta entrevista, Andreu hace un repaso de los proyectos del grupo y los objetivos logrados.

¿Cuáles dirías que han sido los hitos conseguidos en 2022?

El 2022 ha sido un año de consolidación de nuestro grupo de investigación. Hemos incorporado personas a nuestro equipo y hemos sido reconocidos como grupo de investigación consolidado, por lo que hemos recibido financiación en varias convocatorias, como la ayuda SGR de la Agencia de Gestión de Ayudas Universitarias e Investigación (AGAUR). También hemos obtenido apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación para llevar a cabo el proyecto PICOFON, en el que crearemos un programa informático interactivo y personalizado para ayudar a los niños a desarrollar el habla y reconocer gráficamente las palabras.

También han recibido ayudas los proyectos El bienestar emocional y la salud mental en niños con trastornos del aprendizaje —aceptado en la convocatoria Conecta, de La Caixa— e iFONOLOGO —aceptado en el Programa de impulso a la investigación en salud digital del eHealth Center. Además, hemos iniciado los dos proyectos del plan nacional que obtuvimos en 2021: PREVENIR y PROGESPRAG. Todo esto ha hecho que hayamos tenido un trabajo intenso de contacto y recogida de datos con escuelas, hospitales, asociaciones y familias.
 

¿Cuáles son los principales retos a la hora de recoger y analizar estos datos?

Recoger datos con niños plantea muchos retos. En primer lugar, las entidades tienen que aceptar participar en nuestro proyecto. Una vez tenemos la autorización correspondiente, hay que coordinarse para hacer la recogida de datos, buscar espacios disponibles, etc. Además, es muy importante tener en cuenta que recogemos información de menores muy sensible, de forma que la seguridad de estos datos tiene que ser máxima. Esto hace que sea un proceso complejo, pero a la vez muy gratificante por el contacto que tenemos con familias, niños y profesionales.

¿Hay algún proyecto del grupo que ya se esté aplicando a la práctica clínica y educativa?

Todavía no, pero algunos están bastante avanzados. Por ejemplo, el proyecto PREVENIR, en cuyo marco el curso pasado implementamos un programa de intervención en lenguaje oral enfocado a favorecer el aprendizaje de la lectura en la educación infantil, tanto en niños con trastorno del lenguaje como sin este trastorno. Ahora estamos analizando los beneficios que tiene en el desarrollo del lenguaje de los niños.

¿Qué otros proyectos desembocarán en un producto tangible?

Por un lado, PICOFON, en el que diseñaremos, crearemos, evaluaremos e implementaremos un programa informático interactivo y personalizado para mejorar la conciencia fonológica en menores de tres a siete años. Actualmente, estamos diseñando el programa y desarrollando sistemas de reconocimiento de movimientos corporales y de voz para aplicarlos al programa.

Y por otro, iFONOLOGO, en el que estamos creando una herramienta de inteligencia artificial para evaluar los trastornos del habla e intervenir en ellos. Estamos trabajando en la recogida de datos para poder entrenar el sistema de inteligencia artificial (IA) de forma que sea capaz de reconocer el habla y clasificar los errores que se hacen en el ámbito fonológico.

¿Crees que la inteligencia artificial puede tener aplicaciones en los trastornos del neurodesarrollo? n el mismo nivel.

Sí, nos puede ayudar en la personalización de las intervenciones con este grupo de niños. Por ejemplo, en el proyecto PICOFON, en el que participan compañeros del grupo ADASLab, la IA permitirá que el programa se vaya adaptando al nivel de respuesta que el niño va teniendo: si progresa, se le proporcionarán actividades más complejas, y si no avanza, tendrá que continuar trabajando en el mismo nivel.

Y en el proyecto PROGESPAG, ¿en qué punto estáis?

Esta investigación estudia cómo procesan la prosodia —las características rítmicas, acentuales y entonativas del habla— y los movimientos corporales —como los gestos con las manos o la cabeza y las expresiones faciales— los niños con trastorno del desarrollo del lenguaje y del espectro autista. Actualmente, estamos recogiendo datos con los niños mediante la metodología de registro de movimientos oculares (eye tracking).

Otro de vuestros proyectos se enfoca al bienestar emocional de los niños con trastornos del aprendizaje. ¿Cuál es vuestro objetivo?

Se trata de hacer un diagnóstico —en el ámbito de Cataluña— del bienestar emocional y la salud mental asociados a estos trastornos de aprendizaje en un contexto pospandémico. Ahora estamos a punto de iniciar la recogida de datos mediante la participación de niños con trastorno del desarrollo del lenguaje, dislexia, discalculia y TDAH, y sus familias.

Para acabar, ¿qué propósitos os habéis marcado para 2023?

Queremos llevar a cabo todos estos proyectos y empezar el proceso de publicación de los primeros datos que estamos obteniendo de PREVENIR y PROGESPRAG. Además, tenemos colaboraciones con diferentes grupos de investigación y muchas tesis doctorales en curso, y esperamos poder publicar varios artículos fruto de estos trabajos. También estamos muy contentos porque este 2023 publicamos un libro sobre el trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL) en Ediciones Pirámide. Se trata de un libro en el que hemos participado personas de nuestro grupo de investigación y que creemos que tendrá una gran difusión en el ámbito hispanohablante.

 

Desde el eHealth Center investigamos cómo contribuyen las tecnologías digitales a mejorar la salud y el bienestar individuales y colectivos, cómo nos permite la salud digital reforzar —a partir de la tecnología, la comunicación y los datos— los sistemas de salud y a sus profesionales, y cómo nos ayuda a tener más conocimiento y una mejor capacidad de decisión sobre la propia salud.