18/3/19 · Estudios de Ciencias de la Salud

El lenguaje da la felicidad

Saber nombrar con precisión lo que sentimos ayuda al cerebro a generar emociones más dosificadas y una respuesta emocional más adaptada
Foto: Unsplash/Priscilla du Perez

Foto: Unsplash/Priscilla du Perez

«El habla sirve para expresar nuestra experiencia de vida, las palabras que usamos dan forma a lo que pensamos, sentimos y al contenido de lo que vivimos», explica Francesc Núñez, sociólogo y profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC. «Los humanos poseen la habilidad de poder compartir las emociones por medio del lenguaje y experimentar una gran diversidad», añade Creus. Un estudio de la Universidad de California en Berkeley asegura que existen 27 categorías emocionales, lejos de las 6-8 que diferentes escuelas de la psicología hasta ahora habían afirmado que existían. «Actualmente se habla de muchas emociones, pues esta combinación es la interpretación que elabora el cerebro de lo que es el sentimiento. Sin embargo, existen múltiples factores que intervienen, no solo la parte de la respuesta, sino también la parte social y del contexto cultural, y aquí las combinaciones son muy variadas», afirma Diego Redolar, neurocientífico y profesor de Salud de la UOC

La granularidad emocional, clave para la felicidad

Algunos expertos afirman que la capacidad para traducir en palabras experiencias emocionales puede ser positiva y generar beneficios personales. Saber distinguir y nombrar con precisión lo que sentimos en un determinado momento, detallarlo y matizarlo más allá de las emociones básicas (bien-mal, triste-feliz, nervioso-tranquilo, etc.) es lo que se conoce como granularidad emocional. «Para una persona con una granularidad alta no es lo mismo sentirse fastidiado que enfadado, indignado o nervioso, es capaz de matizar sus emociones», ejemplifica Creus. «Si las palabras se empobrecen, se empobrece la experiencia del mundo, y al reducir las palabras para definir y matizar la felicidad también se reduce lo que dicen vivir como “felicidad”», explica Núñez, sociólogo de las emociones.

«La granularidad emocional ayuda nuestro cerebro a generar emociones más específicas y dosificadas, lo que resulta en una reacción más adaptada a una situación y a la respuesta emocional que nos provoca», afirma la experta. Así pues, con menos granularidad el individuo consigue menos adaptación emocional. «El tener un lenguaje menos rico para etiquetar las emociones hará que la percepción subjetiva del individuo sea muy distinta a la de otra persona que cuenta con un uso del lenguaje mucho más rico en relación con el etiquetado y la identificación de las emociones», afirma Redolar.

Ampliar el vocabulario puede hacernos más felices

«La granularidad emocional se ha usado como una herramienta terapéutica para mejorar la capacidad de regulación emocional», explica Creus. El proyecto Positive Lexicography recoge una colección de palabras de varios idiomas dedicada a describir sentimientos positivos desde diferentes ópticas culturales. En total se incorporan palabras provenientes de 132 lenguas del mundo que son «intraducibles» y que están relacionadas con el bienestar y las buenas sensaciones. Para el español aparecen empalagar, fiesta, estrenar o gula, entre otras. Según Núñez, depende de la riqueza del lenguaje, de nuestra conversación y de nuestros interlocutores que la felicidad tenga una u otra dimensión, sea más o menos rica. 

«El lenguaje nos permite tener nuevos sentimientos, más intensos y refinados, y al hablar de ellos, los transformamos y modulamos», explica el sociólogo, que añade que «el dibujo que creamos de la felicidad, qué decimos y cómo hablamos de ella, condiciona completamente lo que hacemos para conseguirla o lo que decimos que sentimos cuando creemos que la tenemos», concluye.

Expertos UOC

Contacto de prensa

También te puede interesar

Más leídos