17/11/14

«Los gobiernos están desconectados de la nueva realidad de los medios sociales»

Helen Margetts ,

Tiene vínculos con el Congreso IDP desde hace casi una década por medio de su trabajo con la UOC y el IN3, el Instituto Interdisciplinario de Internet de la Universidad.
La primera vez que hice una ponencia en el congreso fue en 2009, pero fui profesora visitante del IN3 en 2010 como resultado de un acuerdo de colaboración entre el IN3 y el OII.
Internet y los medios sociales cambian nuestra relación con el mundo. ¿Cómo han afectado a nuestra relación con la política?
Los medios sociales son parte de nuestras vidas diarias y nos permiten hacer «microdonaciones» de tiempo y esfuerzos a causas políticas, por ejemplo, compartiendo, haciendo clic en «me gusta», bajando, subiendo, enviando y reenviando tweets y firmando una petición. Como resultado de todo esto, grupos de la sociedad que consideramos que no tienen interés en la política, como la gente joven, se implican en la política de maneras nuevas. Y estas pequeñas contribuciones pueden crecer hasta convertirse en movilizaciones a gran escala y protestas masivas, como hemos visto en España y en otros países. Esto pasa tanto en estados democráticos como autoritarios, donde hemos presenciado oleadas de protestas que no siguen los mismos patrones que las del pasado.
Muchas iniciativas que se basan en la participación se lanzan por medio de plataformas como change.org en España. ¿Hemos llegado a pensar que podemos cambiar el mundo pulsando solo un botón?
Bien, un clic no cambiará el mundo -pero millones de clics quizás sí. Hay muchos ejemplos de campañas que empezaron en change.org que han tenido éxito a la hora de traer un cambio de políticas. Pese a esto, es importante recordar que la gran mayoría de campañas fracasan. Si nos fijamos en las peticiones, por ejemplo, estadísticamente el 95 % reciben menos de 500 firmas, el 99 % reciben menos de 10.000 y el 99,99 % no llegan a la cifra de 100.000 firmas.
¿La participación mediante el móvil o el ordenador podría hacer que las personas se alejaran de la realidad y olvidaran que participan en el mundo real?
No veo que haya ninguna diferencia. La participación mediante los medios sociales es una parte de la realidad.
Usted ha creado el término pluralismo caótico para definir toda esta situación. ¿Qué implica este concepto?
La idea del pluralismo caótico se basa en esta idea de personas haciendo contribuciones a pequeña escala a campañas políticas mediante los medios sociales, que pueden llegar a convertirse en movilizaciones a gran escala. Como hay implicados muchos tipos diferentes de grupos y colectivos, esta política se asemeja un poco a los sistemas políticos pluralistas del pasado, basados en múltiples grupos más que en una concentración de poder político en un organismo o en una institución, como algunos teóricos políticos (como Robert Dahl) caracterizaron el sistema político de los EE. UU. Pero este tipo de pluralismo es mucho más desorganizado e individualizado que el que estos teóricos preveían. Está interconectado y es inestable e imprevisible -caótico, de hecho. En este sentido, la vida política es un poco como el tiempo climatológico, que es un ejemplo típico de sistema caótico, en términos de ciencias naturales.
¿Los científicos políticos y los sociólogos podrían predecir las reacciones de las personas del mismo modo que los meteorólogos pueden prever el tiempo?
Toda la actividad política que tiene lugar por internet y los medios sociales deja un rastro digital, y estos rastros se pueden recoger para generar lo que se denominan datos masivos. Son otro tipo de datos para las ciencias sociales, similares a los tipos de datos que tienen los científicos naturalistas. Ofrece nuevas posibilidades de aplicar los modelos de ciencias naturales al comportamiento social y político. O sea que sí, podríamos desarrollar la capacidad de predecir el comportamiento del mismo modo que los meteorólogos predicen el tiempo. Pero esto es un tipo nuevo de ciencia social que solo ahora empezamos a poder aplicar.
Muchas revoluciones y protestas del tipo del que hemos hablado empiezan sin líderes. ¿Qué piensa de ello?
Ahora las protestas, las movilizaciones e incluso las revoluciones pueden ganar impulso sin que emerjan líderes evidentes o formas de organización tradicionales (¡pero hay que recordar que la mayoría fracasan!). Esto puede ser un problema para la sostenibilidad a largo plazo. Por ejemplo, se podría decir que una de las razones que explican el fracaso de las revoluciones de Egipto y Túnez fue la falta de partidos, instituciones y líderes políticos que esperaran una oportunidad, y por eso el único grupo organizado con una trayectoria larga -los Hermanos Musulmanes- fue capaz de ganar tanto poder los primeros días.
¿Se podría decir que la participación aumentada cambia las bases de los sistemas políticos actuales?
Estos movimientos representan un gran reto para los sistemas políticos contemporáneos. Los líderes políticos no saben realmente qué hacer con ellos o cómo reaccionar. Las organizaciones gubernamentales y los legisladores están desconectados de la nueva realidad de los medios sociales. Muchos debates políticos tienen lugar en foros en los cuales los gobiernos no están representados, cosa que provoca una desconexión entre las instituciones gubernamentales y la opinión pública.
La investigación en este campo implica el uso de muchos datos generados en línea. ¿Piensa que hemos de establecer urgentemente un marco ético para el uso adecuado de estos datos?
Sí, sin duda. Cada acto de participación política genera datos. De hecho, cada caso de interacción social, política y económica genera datos. Si queremos utilizar estos datos para hacer investigación para entender el comportamiento político, necesitamos un marco ético nuevo. Es básico. Nuestros equipos de investigación tienen que ser multidisciplinarios para utilizar este tipo de datos; han de incluir científicos naturalistas y científicos sociales. Muchos científicos naturalistas, centrándose en las partículas y los átomos, no han abordado el mismo reto ético que nosotros cuando los datos implican personas con derechos digitales a la confidencialidad y a la protección de datos. Así pues, en nuestros equipos de investigación debemos incluir filósofos que nos ayuden a definir los límites y desarrollar un marco ético para el uso de este tipo de datos.

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