14/3/24 · Economía

"En Barcelona, si no fuera por la desalinización y la regeneración del agua, seguramente haría meses que veríamos restricciones más intensas"

Hug March

Foto cedida por Hug March

El área metropolitana de Barcelona entró a finales de enero del 2024 en una primera fase de emergencia por sequía. Este contexto implica el establecimiento de medidas para favorecer la reducción del consumo de agua. Si la situación no mejora, en los próximos meses habrá que aplicar medidas todavía más restrictivas. La alternativa al agua de los embalses la ofrecen ahora nuevas tecnologías, como son las desalinizadoras o las estaciones regeneradoras de agua. Hug March es catedrático de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC e investigador del grupo de investigación del IN3 Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab). March, experto en sostenibilidad y transición ecológica, ecología política, gestión del ciclo del agua y estudios urbanos, reflexiona en esta entrevista sobre algunos aspectos a debate en Cataluña en el escenario de emergencia actual. Considera clave la regeneración de agua para encontrar alternativas en un escenario de emergencia climática y avisa sobre algunas de las consecuencias de querer mantener el nivel de consumo de agua actual.

Desde tu perspectiva y partiendo de tu experiencia como investigador, ¿en qué aspectos podemos incidir las personas para mejorar la situación? ¿Qué está en nuestras manos para mejorar la situación actual?

En el contexto actual en Cataluña, la propia regulación por la sequía ya comporta una serie de importantes restricciones en algunos usos. Por ejemplo, uno de los usos que más agua consume en algunos de los municipios del área metropolitana de Barcelona de más baja densidad es el riego de jardines privados y actualmente esto está prohibido hacerlo con agua potable en la fase de emergencia en la que estamos. Lo que la gente puede hacer, sobre todo aquella parte de la población que vive en urbanismo de baja densidad con jardines y piscinas, es cumplir lo que las regulaciones ya estipulan. En Barcelona y en los municipios metropolitanos con un urbanismo más denso, estos usos son minoritarios en el espacio privado y se trata de ser conscientes del uso que hacemos del agua. Tampoco se le puede pedir mucho más a la ciudadanía que no utiliza el agua para usos externos, dado que ya partimos de consumos bastante moderados. Pero, evidentemente, conviene seguir consejos como el de reducir el tiempo bajo la ducha y también aprovechar esta situación para hacer pedagogía sobre la sequía y el medio ambiente en los hogares con niños. Por supuesto, los ayuntamientos tienen que cumplir con la parte que les corresponde de las reducciones de agua y, sobre todo, vigilar las pérdidas de la red. La situación actual también puede propiciar que los ayuntamientos se planteen que en las nuevas construcciones sean obligatorios sistemas de reaprovechamiento de aguas grises (como ha anunciado Barcelona hace poco) o de aguas pluviales. El ejemplo de Sant Cugat, con una trayectoria de veinte años en recursos alternativos, puede ser muy ilustrativa.

¿Cómo se controla este uso privado del agua?

Los ayuntamientos son los máximos interesados en reducir el consumo de agua de sus conciudadanos, puesto que la Agencia Catalana del Agua vigila de cerca las dotaciones municipales y, actualmente, la situación de emergencia fija un umbral de 200 litros per cápita y día como dotación para usos domésticos, municipales y comerciales, incluyendo también las pérdidas de las redes. En consecuencia, pueden activar un régimen sancionador para los ciudadanos que incumplan las prohibiciones vigentes, como por ejemplo regar con agua potable los jardines privados. Aun así, estas normas coercitivas son muy difíciles de controlar en un entorno disperso. De forma ejemplificante se ponen multas y, de vez en cuando, aparecen noticias en los medios al respecto, pero sobre todo las prohibiciones se basan en que la ciudadanía las aceptará porque socialmente estará mal visto hacer un mal uso del agua.

¿Las desalinizadoras entran dentro de lo que se conoce como regeneración de agua?

Desalinizar y regenerar son tecnologías diferentes. Desalar es que tú tienes una planta con ósmosis inversa y coges agua del mar, la pasas por el filtro, eliminas la sal, la mineralizas, la potabilizas y la envías a la red para ser consumida. En el delta del Llobregat hay una planta regeneradora de tratamiento de aguas que nutre el Llobregat. Además de esta planta, que ya deja el agua muy limpia, hace unos años se construyó una estación de regeneración (una planta adyacente) que convierte el agua que llega a niveles de purificación más altos y se instaló una cañería para conducir el agua regenerada aguas arriba del río Llobregat. Toda esta agua se envía dieciséis kilómetros más arriba de la desembocadura y se vuelve a verter en el río antes de Martorell. Circula unos ocho kilómetros y en Sant Joan Despí, la planta potabilizadora coge los caudales del Llobregat y mezcla el agua regenerada y la que procede de los embalses.

Por lo tanto, la regeneración de las aguas es una de las cartas que se puede jugar en esta partida. ¿Se está jugando aquí en Cataluña?

En el área metropolitana de Barcelona, si no fuera por la  desalinizacióny la regeneración, seguramente haría meses que veríamos restricciones más intensas que las actuales. Lo que diferencia la situación actual de la del 2008 es que, meteorológicamente, la sequía ahora mismo es mucho más intensa y se está extendiendo más en el tiempo, pero no se han aplicado medidas como en 2008 porque tenemos un cojín de agua. Más del 50 % del agua que sale por los grifos es agua desalada y regenerada, no agua de embalses. Hemos dividido por dos la velocidad de rebaja de los embalses. Estas tecnologías están teniendo un papel fundamental. Tanto es así, que el plan estratégico del ciclo integral del agua a escala metropolitana prevé hacer en el Besós exactamente lo mismo que se hace en el Llobregat. En principio, se esperan inversiones muy importantes para construir durante los próximos años una planta de regeneración en el Besós y una planta potabilizadora en Montcada para seguir el mismo proceso: verter agua arriba del Besós, tratarla en Montcada y hacerla potable. Desde hace años, el planeamiento por parte de la Agencia del Agua tiene prevista la construcción de dos desalinizadoras más: una en Blanes (Tordera II) y una en Cunit. La idea final de este desarrollo masivo de infraestructuras no convencionales de agua es aumentar la resiliencia a las sequías y en contextos de sequías meteorológicas prolongadas, como el actual, no tener que depender de los recursos convencionales.

¿Qué aspectos de la investigación que se ha hecho en la UOC en el ámbito del agua nos pueden servir ahora para afrontar esta situación?

En los últimos meses, me he interesado por la cuestión de las aguas regeneradas y qué implicaciones tiene en el aspecto de cambio de gobernanza y gestión del agua. Una vez que modificamos las fuentes de agua que tiene un contexto urbano concreto, también es importante pensar en qué impactos puede haber en el acceso al agua debido a los cambios en las estructuras tarifarias. Todas estas modificaciones de fuentes de agua encarecerán los costes operativos de producción del recurso y esto, de algún modo, acabará repercutiendo en la ciudadanía. Entonces, el coste se tiene que asumir, ya sea con un aumento del precio finalista a través de tasas o de los impuestos generales. Debemos estar muy atentos, en términos de justicia social, a lo que esto puede representar, sobre todo, crear unas estructuras tarifarias —que ya existen— que sean progresivas y que no se carguen a la ciudadanía con menos recursos y menos consumidora de agua. 

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