Educación financiera: cómo detectar los gastos invisibles y evitar que la Navidad dispare las deudas
La experta de la UOC propone identificar los gastos invisibles y aplicar la regla 50-30-20 para disfrutar de las fiestas sin hipotecar la cuesta de eneroEn un contexto de inflación y compras a plazos, hay que revisar suscripciones, microgastos y uso del crédito para pasar de una cultura del gasto a una cultura del ahorro
Las fiestas de Navidad concentran en pocas semanas regalos, comidas especiales, desplazamientos y muchas compras impulsivas. Según un informe del sector difundido por KPMG y Appinio España, está previsto que, entre el Black Friday de noviembre, la Navidad y las rebajas de enero —el conocido como golden quarter—, los españoles gastarán una media de 969 euros por persona, un 1,6 % menos que en 2024. Estos gastos se producen, además, cuando se registran récords de inflación, con un 3,1 % en octubre, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿Cómo ahorrar al máximo sin dejar de disfrutar de las fiestas, los regalos y las compras?
En este contexto, cualquier desajuste pesa. Para Elisabet Ruiz Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y experta en finanzas personales y digitales, el problema no es solo la inflación, sino que "lo que de verdad desequilibra a muchas familias en Navidad es llegar a diciembre sin presupuesto ni planificación: no saber qué se quiere comprar ni cuánto se puede gastar".
La experta en educación financiera de la UOC quiere ayudar a los hogares a identificar tres tipos de "gastos invisibles" —hormiga, vampiro y fantasma— y a poner orden en las cuentas para que las fiestas no se traduzcan en una larga cuesta de enero.
“Lo que realmente desequilibra a muchas familias en Navidad es llegar sin presupuesto ni planificación.”
Tres gastos invisibles que se disparan en Navidad
Ruiz Dotras distingue tres categorías que pasan fácilmente inadvertidas en el día a día: gastos hormiga, gastos vampiro y gastos fantasma.
Gastos hormiga. Son pequeños desembolsos diarios, "muy pequeñitos e invisibles", que se cuelan en la rutina: desde dejar la televisión siempre en stand-by hasta suscripciones de uno o dos euros al mes o pequeños pagos digitales que apenas registramos. Por separado parecen irrelevantes, pero sumados mes a mes pueden suponer una cantidad considerable.
Gastos vampiro. Son suscripciones de mayor importe que incorporamos a nuestros costes fijos: plataformas de contenido audiovisual, cuotas de servicios que no aprovechamos o membresías que se renuevan automáticamente. "Aunque parezcan solo 10 euros al mes, al final son 120 euros al año, y si añadimos otra plataforma, otra aplicación y otro servicio, podemos acabar pagando 50 euros mensuales o más por cosas que no necesitamos", recuerda la experta.
Incluso el gimnasio puede llegar a ser un gasto vampiro, pero solo si no se utiliza o si el presupuesto de la familia es muy limitado. "Si se usa por salud y el presupuesto lo permite, no lo pondría en la misma categoría", matiza Ruiz Dotras.
Gastos fantasma. Son los que "no tenemos demasiado controlados" y reaparecen por sorpresa: un servicio al que nos dimos de alta y olvidamos cancelar, comisiones que no miramos o cargos de los que ni nos acordábamos. "A veces no es un gasto mensual, puede ser puntual, pero cuando revisas las cuentas, piensas: 'ya no me acordaba de que me había dado de alta aquí'", explica.
Estos tres tipos de gasto no son un problema solo en Navidad. "Son peligrosos todo el año", subraya la profesora. "Todo el mundo sabe cuánto ingresa, pero muy poca gente sabe realmente cómo gasta su dinero".
El riesgo aumenta en hogares que no llegan a final de mes o no pueden ahorrar de forma regular. "Quien puede ahorrar un 20 % cada mes, puede permitirse gastar algo más en Navidad. El problema está en las familias que viven al día, llegan justitas a final de mes y no tienen margen de ahorro", explica la experta en finanzas.
El presupuesto 50-30-20
La primera recomendación de Ruiz Dotras es tan simple como exigente: no empezar diciembre sin números. En primer lugar, es necesario descargar los movimientos bancarios y saber en qué se ha ido el dinero: cuánto se ha destinado a gastos básicos de luz, agua, gas y vivienda, qué gastos son para alimentación y qué otros gastos son realmente imprescindibles, como la escuela de los hijos.
A partir de ahí, propone clasificar los gastos en tres bloques:
- Gastos básicos: vivienda, suministros, alimentación, educación, transporte necesario.
- Ocio y gastos personales: ropa, peluquería, masajes, gimnasio, salidas, caprichos.
- Ahorro.
¿Qué son gastos innecesarios? Son aquellos gastos de los que se prescinde en caso de perder el empleo o los ingresos: básicamente, ocio y gastos personales. En este apartado se incluyen peluquería, salidas a restaurantes y otros extras.
La regla de referencia para tener unas finanzas saneadas es el conocido esquema 50-30-20:
- En torno a un 50 % del ingreso mensual debería ir a gastos básicos.
- Aproximadamente un 30 %, a ocio y gastos personales.
- Y un 20 % se destinaría a ahorro.
En la práctica, admite la experta que los gastos básicos a menudo superan el 50 % y se acercan al 60 %. "En ese caso, quizá el ocio y lo personal no puedan llegar al 30 % y haya que ajustarlos al 25 % para poder reservar, al menos, un 15 % para ahorro", plantea. La clave es revisar siempre el bloque de ocio y gastos personales, porque es ahí donde suelen esconderse los gastos hormiga, vampiro y fantasma.
Revisar esos porcentajes es especialmente importante en el periodo navideño: si ese tercio del ingreso mensual se suma a unas cuentas ya tensionadas, la cuesta de enero se hace aún más ardua.
Crédito y compras a plazos: cuándo son una trampa
En un contexto de compras online, ofertas de "compra ahora y paga después" y pago fraccionado casi para cualquier producto, Ruiz Dotras insiste en que el crédito no es intrínsecamente malo, pero sí puede ser un problema si se usa sin plan e implica intereses.
"Los pagos a plazos pueden ser una buena opción siempre que su coste sea mínimo y tengamos una planificación clara para devolverlos. El problema es pedir crédito sobre crédito porque ya no llegamos a final de mes", advierte. La experta plantea una regla muy sencilla: "Si alguien es capaz de pagar una compra a crédito, también podría haber ahorrado ese dinero antes y hacerla más tarde sin crédito, pagándola más barata porque se ahorra los intereses".
El crédito solo estaría justificado en casos de emergencia real: por ejemplo, averías y accidentes imprevistos, y en caso de que no haya liquidez disponible; y, aun así, el objetivo debe ser disponer de un fondo de emergencia previamente constituido desde el inicio de la vida laboral, precisamente para cubrir estas situaciones sin desequilibrar el mes. También está justificado si es para la compra de algo muy costoso como una vivienda y no se dispone del dinero, pero siempre debe ajustarse a las posibilidades económicas de cada persona.
Las recomendaciones del Banco de España están en la misma línea: planificar las finanzas, elaborar un presupuesto con límite de gasto, comparar ofertas y, si se usa tarjeta de crédito, asegurarse de poder pagar la totalidad a final de mes para evitar intereses elevados.
De la cultura del gasto a la cultura del ahorro
Más allá de la campaña navideña, Ruiz Dotras sitúa el debate en un plano más profundo: qué tipo de sociedad queremos ser. "Lo que me gustaría es que la gente fuera consciente de que debe ahorrar primero, y no gastar primero. Hoy, la mayoría gasta y, si sobra algo, ahorra. Nos estamos convirtiendo en una sociedad orientada al gasto, mientras que nuestros padres fueron gente ahorradora. Las nuevas generaciones corren el riesgo de ser generaciones endeudadas y de parecerse cada vez más a la sociedad norteamericana", alerta.
La experta conecta esta tendencia con la inmediatez, las redes sociales y la facilidad de financiación: "Hoy se puede financiar casi cualquier compra. En Estados Unidos se puede llegar a financiar incluso una hamburguesa de un dólar. Si alguien necesita financiar eso, no solo tiene un problema económico: tiene un problema de consumo excesivo".
Frente al carpe diem o el YOLO (acrónimo del inglés you only live once), Ruiz Dotras defiende un mensaje menos glamuroso pero esencial:
- Pensar en el medio y largo plazo, especialmente en la jubilación, cuando ya hay poco margen de reacción.
- No justificar el consumo impulsivo con la precariedad del mercado laboral o inmobiliario.
- Trabajar el vacío emocional y la adicción a las redes no con compras materiales que no tienen sentido, sino reforzando el interior y la salud financiera.
En esta transformación cultural se enmarca la nueva Cátedra de Educación Financiera de la UOC, impulsada junto con la Fundación Caja Ingenieros y el Institut d'Estudis Financers, que quiere acercar herramientas de planificación y ahorro al conjunto de la población, con especial atención a los jóvenes y a los colectivos más vulnerables.
Esta iniciativa se alinea con los objetivos del Plan de Educación Financiera del Banco de España y la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), que buscan mejorar la cultura financiera de la ciudadanía para que pueda tomar decisiones informadas a lo largo de su vida.
Como conclusión, el mensaje que deja Ruiz Dotras para estas fiestas es tan sencillo como exigente: disfrutar de la Navidad es compatible con unas cuentas saneadas. Pero exige hacer números, revisar los gastos invisibles y asumir que el ahorro no es lo que queda al final del mes, sino una partida que se reserva al principio.
"Planificación, presupuesto y conciencia del gasto son la mejor vacuna para que los regalos, las cenas y las luces de Navidad no se conviertan en meses de preocupación económica", concluye Ruiz Dotras.
Expertos UOC
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Núria Bigas Formatjé