20/6/18 · Institucional

La UOC es una #UniversidadRefugio

Facilitar el acceso a la educación superior a las personas refugiadas, abrir un programa de becas y activar un servicio de mentoría y tutorías especiales son algunas de las iniciativas de «La UOC acull»
Foto: UOC

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Sesenta y una personas refugiadas o solicitantes de asilo han pasado por las aulas virtuales de la UOC desde el año 2016. Tres años después del inicio de la gran crisis humanitaria en el Mediterráneo y de la sacudida de la opinión pública con la imagen del niño Aylan en la costa turca, la UOC ha hecho balance de las iniciativas llevadas a cabo para ser una de las #UniversidadesRefugio, comprometidas con los derechos humanos y la justicia social.

El modelo de aprendizaje en línea ha permitido a la UOC llegar a las personas que están en tránsito, que aún no han llegado a nuestro país o que están atrapadas en los campos de refugiados fuera de nuestras fronteras, pero también a las que viven aquí y no han tenido la posibilidad de retomar o empezar sus estudios universitarios.

En febrero de 2016, la UOC abrió el Programa de acogida para personas refugiadas, que consiste en ofrecer becas para estudiar idiomas, uno de los principales obstáculos a la hora de acceder a la universidad, y especializaciones de posgrado. Con el lema «La UOC acull», los miembros de la comunidad universitaria (estudiantes, profesorado y personal de gestión) han ofrecido un servicio de acompañamiento voluntario a los estudiantes refugiados durante el curso y aulas de tutoría especiales para dar respuesta a las necesidades concretas de este colectivo.

¿Qué impacto ha tenido la incorporación de este colectivo a la UOC? Con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas, los protagonistas han explicado cómo han vivido la experiencia y cuáles son los valores y las convicciones que los mueven.


Los estudiantes refugiados

* Para garantizar el anonimato de las personas participantes, los nombres que aparecen no corresponden con sus nombres reales.

En la actualidad, solo el 1 % de las personas refugiadas tienen acceso a la educación superior, un derecho imprescindible para que estas personas tengan más herramientas a la hora de rehacer su proyecto de vida o contribuir a la reconstrucción o la mejora de sus países de origen.

Sara*, una de las beneficiarias del programa de acogida, tuvo que irse de Angola tras ser coaccionada, acusada de un delito y de tener dudas fundadas de que la investigación no se celebraría con garantías. Para ella, volver a estudiar en la universidad después de nueve años «ha supuesto abrir nuevas perspectivas, adquirir un conocimiento que es satisfactorio per se y conectar con la actualidad del mercado laboral fuera de su país de origen». En la UOC, cursa una especialización de Economía.

«Tuve que irme de Somalia por las amenazas del grupo militar Al Shabab por haber liderado un programa de empoderamiento de las mujeres mediante la participación política en varias cuestiones de su interés», cuenta Ibrahim*, estudiante de la especialización de Análisis de Sistemas Alimentarios. «Una vez llegado a España, y después de estar casi tres años sin estudiar, he tenido la oportunidad de empezar unos nuevos estudios en la UOC».


La comunidad universitaria voluntaria

Más de cincuenta mentores han pasado por el servicio de mentoría de la UOC. Todos los estudiantes refugiados han disfrutado del acompañamiento de un voluntario o una voluntaria de la UOC gracias a RefugeESuoc, un proyecto impulsado por un grupo de estudiantes del grado de Educación Social. «El voluntariado que empecé en 2015 me ha aportado mucho más de lo que yo he podido dar. He entendido que no hay que hablar el mismo idioma para poder entenderse con una persona», ha explicado a Marta Flaqué una de las impulsoras de la iniciativa.

Cristina Villanueva, estudiante de Educación Social, ha colaborado en las dos ediciones del programa. Además de perfeccionar el idioma o de aprender nuevas tecnologías, «los becados tienen la posibilidad de ampliar su red social». Ser mentora, sin embargo, no es una tarea fácil. «Hay que seguir las indicaciones que te dan los profesionales de la UOC y tener mucha empatía. Ser refugiado es una situación que no quisiera vivir nadie. Hay que estar preparado para estar a su lado cuando ellos quieren que lo estés, sin esperar nada a cambio».

En la misma línea, Encarna Hernández, voluntaria estudiante de Psicología, considera que cursar estudios universitarios puede ayudar a mejorar la autoestima y la motivación de las personas refugiadas. «He podido acompañar a un chico de Senegal que ha podido sacar adelante sus estudios y tiene opciones de encontrar trabajo. Para mí esto es un regalo».

«La educación es una necesidad básica que hay que cubrir y todo el mundo debería tener acceso a ella», asegura Núria de la Maza, también estudiante de Psicología, que opina que estudiar les facilita la adaptación a la sociedad en la que van a vivir, muy diferente a la sociedad en la que han vivido hasta ahora. Igualdad de oportunidades, inclusión y cultura serían conceptos esenciales en este contexto.

Además del programa de voluntariado, los estudiantes de la UOC que lo deseen pueden contribuir a la financiación del programa de acogida y mentoría gracias a la matrícula solidaria.


Aulas compartidas

Los becados comparten aulas con el resto de estudiantes de la UOC. El conocimiento de diferentes realidades fomenta una visión crítica y competencias relacionadas con los derechos humanos, la equidad, la promoción de la cultura de la paz y la no violencia, la ciudadanía mundial o la diversidad cultural. Ser universidad refugio significa «apostar por el cometido que ve a la educación como un derecho universal fundamental», afirma Laura Casals, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades.

«Es importante impulsar proyectos como este porque creemos firmemente que la educación y la formación son el camino para mejorar la situación de las personas en riesgo de exclusión social», asegura Casals. Aun así, hay que abordar retos en las aulas. «El proceso de adaptación a nuestra cultura universitaria es doble: a la cultura universitaria local y a la universidad virtual».


Dar una respuesta personalizada

Para poder hacer frente a las necesidades específicas de este colectivo, la UOC dispone de un aula de acogida. Patricia Benson es la tutora que los acompaña a lo largo del curso. Para ella, ser tutora de un grupo de refugiados universitarios «va más allá de asesorar académicamente al estudiante y requiere una implicación total, honestidad, sinceridad y tenacidad».

«Cuando recibes un mensaje de un estudiante que dice: "Nos habéis inyectado esperanza", te hace dar cuenta de que tienes una obligación moral de ayudar en todo lo que sea posible, pero, como tutora, no siempre tienes las herramientas para hacerlo. Eso decepciona. Damos esperanzas, pero no siempre podemos cumplirlas», explica Benson. Por ello, la UOC quiere ser no solo un espacio de acogida, sino también un espacio de denuncia, de justicia, de reparación y de verdad donde puedan analizarse el origen, las circunstancias, el trayecto y la acogida gracias al trabajo de sus profesores e investigadores. Jordi Borja, Tomás Jiménez, Blanca Torrubia o Víctor Sánchez, entre otros, trabajan en la UOC sobre cuestiones relacionadas con los derechos humanos, las migraciones o el refugio.


Los retos en la gestión universitaria

El modelo pedagógico y de gestión de la UOC permite llegar no solo a los refugiados una vez llegan a un país de acogida, sino también a los propios campos de entrada en Europa. Uno de los principales escollos para acceder a la universidad es la acreditación de la formación previa. Isabel Guinovart, jefa de la Secretaría Académica, sostiene que, desde el punto de vista de la gestión académica, este es el reto más importante.

En la actualidad, la UOC ofrece cursos y especializaciones propias en los que no es necesario presentar titulaciones y certificados oficiales. Aun así, «el sistema universitario catalán ―incluyendo a la UOC― sí ha reflexionado sobre cómo puede garantizarse el cumplimiento de los requisitos de acceso sin disponer de la documentación acreditativa, aunque es una cuestión todavía abierta», explica Guinovart. Para ella, el proyecto de acogida se ha trabajado de forma colaborativa entre todos los equipos implicados. «Esto permite la implicación profesional de toda la UOC».


El programa en datos

Sesenta y una personas refugiadas han participado en el programa de becas de la UOC, de las cuales dieciocho son mujeres. Actualmente, está abierta la presentación de solicitudes a la tercera convocatoria, que ofrecerá treinta ayudas a solicitantes de asilo, apátridas y refugiados.

En la primera edición, la mayoría de los participantes provenían de Siria, mientras que en la segunda se han beneficiado de las becas personas procedentes de once nacionalidades diferentes: Angola, Camerún, Colombia, Costa de Marfil, El Salvador, Mali, Sáhara Occidental, Siria, Somalia, Ucrania y Mozambique. La edad de las personas que han obtenido la ayuda se encuentra entre los 26 y los 30 años y más de la mitad disponen de estudios universitarios finalizados.


¿Qué más pueden hacer las universidades?

Más allá de acciones individuales, como el programa de becas, las universidades españolas y catalanas se han organizado en diferentes grupos para dar una respuesta conjunta a los retos que plantea la acogida de las personas refugiadas. Hoy por hoy, la UOC preside el grupo de trabajo de Cooperación de la Crue, en el que se desarrollan líneas de acción en el ámbito estatal con población refugiada. En el ámbito catalán, la Asociación Catalana de Universidades Públicas ha constituido el grupo Universidades Refugio, un espacio que impulsa acciones conjuntas entre las universidades catalanas.

En el ámbito internacional, distintas organizaciones trabajan para fomentar la cultura de la acogida y una comunidad universitaria comprometida. Amnistía Internacional, por ejemplo, propone cinco acciones que las escuelas y las universidades pueden hacer para acoger a personas refugiadas. Scholars at Risk trabaja con universidades de todo el mundo para proteger a académicos perseguidos y defender la libertad de pensamiento y de expresión. We are a welcoming Europe es una iniciativa ciudadana europea que tiene el objetivo de cambiar las políticas europeas en cuestiones de migración y refugio. Para adherirse, los ciudadanos de los estados miembros pueden firmar aquí.

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