6/3/19 · Institucional

«En la UOC trabajamos para conseguir la igualdad por razón de género y orientación sexual»

Foto: UOC

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Maria Olivella , coordinadora de la Unidad de Igualdad

 

Maria Olivella (Barcelona, 1983) coordina, desde finales del año pasado, la Unidad de Igualdad de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Su llegada marca un antes y un después en la apuesta de la UOC por consolidar esta unidad que hace más de una década que se puso en marcha. Su impulso coincidió con la Ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres que se aprobó en España en 2007. Esta ley, que tuvo una gran relevancia, obliga a las empresas y a las instituciones que tienen más de 250 personas en plantilla a implantar un plan de igualdad. Actualmente, todas las universidades españolas tienen una unidad y un plan de igualdad. Repasamos con ella cómo encara este nuevo rol profesional.

 

 

Maria Olivella (Barcelona, 1983) coordina, desde finales del año pasado, la Unidad de Igualdad de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Su llegada marca un antes y un después en la apuesta de la UOC por consolidar esta unidad que hace más de una década que se puso en marcha. Su impulso coincidió con la Ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres que se aprobó en España en 2007. Esta ley, que tuvo una gran relevancia, obliga a las empresas y a las instituciones que tienen más de 250 personas en plantilla a implantar un plan de igualdad. Actualmente, todas las universidades españolas tienen una unidad y un plan de igualdad. Repasamos con ella cómo encara este nuevo rol profesional.

 

¿Qué particularidad aporta la UOC en esta Unidad de Igualdad?

Los planes de igualdad son estratégicos, y las unidades de igualdad (u órganos similares) han de poder aplicarlos. Para ello han de dotarse de recursos, que pueden ser humanos, económicos y también me gusta señalar que tienen que ser de gobernanza; es decir, han de tener la capacidad para poner en práctica esos planes.

Tres patas, pues.

En cuanto a los recursos humanos, hasta finales del año pasado, las personas que trabajaban en la Unidad de Igualdad de la UOC lo hacían voluntariamente, y han hecho un gran trabajo. Desde finales de 2018 se ha creado la figura de coordinadora, que ocupo yo a tiempo completo. En cuanto a los recursos económicos, en 2018 ya creció el presupuesto de la Unidad, que fue de unos 8.000 euros más el dinero descontado del salario de las personas de la UOC que hicieron huelga el 8 de marzo, que fueron alrededor de 15.000 euros. Para 2019 se ha decidido que este presupuesto no solo crezca, sino que, además, vuelva a invertirse el dinero de la huelga del 8 de marzo de este año en acciones destinadas a desarrollar el Plan de igualdad. Y, en cuanto a la gobernanza, se están creando las normativas y los circuitos necesarios para que la Unidad pueda llevar a cabo su mandato. En estos tres ámbitos hay un cambio cualitativo a partir de 2018.

¿Cuál será tu objectivo?

Mi función es que se implante el Plan de igualdad. O sea, que se traduzca en una propuesta sostenible, con recursos suficientes, con unas acciones fijadas en el calendario y que puedan llevarse a cabo y evaluarse. Además, al haber empezado ya el 2019, debemos ir pensando un nuevo Plan de igualdad de género, que es en el que estamos trabajando ahora.

Un plan de acción para aplicar el Plan de igualdad 2015-2019 aún vigente, ¿verdad?

El plan vigente se realizó a partir de un diagnóstico de género del año 2013. En estos momentos estamos elaborando el plan de acción, pero hace tantos años que hemos realizado un nuevo diagnóstico que nos muestra una fotografía de la UOC en junio de 2018. Y hemos dividido el plan de acción en dos etapas. La primera, la gobernanza, y la segunda, que no puede llevarse a cabo sin la primera, las acciones. La primera parte está ya muy trabajada, y la segunda queremos trabajarla con la comunidad a partir del diagnóstico que acabamos de realizar.

Hablemos, pues, de la etapa en la que se ha trabajado más a fondo hasta ahora: la gobernanza.

Gobernanza es cómo podemos implantar una política, es decir, generar todos los órganos, las normas y los circuitos de decisión que lo permitan.

¿Como por ejemplo?

Estamos redactando un borrador, ya muy avanzado, del Reglamento de la Unidad de Igualdad, donde quedan muy claras las funciones y el funcionamiento que debe tener. Además, esperamos poder ampliar la Unidad en los próximos meses. También estamos colaborando con la asesoría jurídica para concretar a qué nos referimos cuando hablamos de igualdad de género en la UOC y qué normas la estipulan. Tenemos algunas normas externas, como la ley de igualdad de 2007, la ley catalana de igualdad de 2015 o la ley catalana contra la homofobia y la transfobia de 2014, y otras que son propias de la UOC.

¿Y cuál es la definición de igualdad de género en la UOC?

Cuando nos referimos a igualdad de género en la UOC hablamos de dos ejes. Igualdad entre hombres y mujeres, pero también igualdad entre todas las personas, tengan la identidad de género que tengan. Aquí entra también la orientación sexual, el eje LGTBI. En este sentido, estamos revisando el protocolo de la UOC contra el acoso sexual y por razón de sexo u orientación sexual, que establece un sistema de sanciones para las personas o grupos de personas que discriminen a otras a causa de su género u orientación sexual.

¿Cómo te gustaría que se notaran, a unos años vista, estos cambios que estáis planificando?

Creo que lo más importante es que las personas de la UOC sepan que hay responsables de la Unidad de Igualdad y que tienen la capacidad de dar respuesta. Esto es lo que me gustaría a corto plazo. No decir que haremos cosas que no podamos hacer. A largo plazo, me gustaría que la igualdad de género fuera transversal en toda la institución. Esta es, de hecho, la segunda parte que comentaba del plan de acción: transversalizar el género en la docencia (en materiales y metodologías); en la investigación (en tipos de proyectos, metodologías, aplicación de la investigación, etc.); en la comunicación (tanto en el lenguaje verbal, como escrito y visual); en la gestión (por ejemplo, en la paridad en los espacios de decisión o los paneles de evaluación), y en el trabajo de documentación y bibliotecas.

Todo ello, en una universidad en línea, que seguramente también tiene variables propias en el ámbito de la igualdad. ¿Qué variables destacarías?

En general, el hecho de que casi todo se haga por escrito en las comunicaciones en línea genera seguridad. Si existe una situación de discriminación, hay una prueba. También, sabemos que la UOC tiene mayor proporción de estudiantes mujeres que la media de las universidades, aunque haya estudios muy masculinizados y otros muy feminizados. Pensamos que es porque ofrecemos un espacio de conciliación. Además, con respecto a las personas que se acogen a la exención de matrícula por ser víctimas de violencia de género, o hijos de víctimas de violencia de género, tenemos casi tantas en la UOC (134) como la suma del resto de universidades catalanas (148). Pero esto no significa que no haya dinámicas de las aulas en línea que reproduzcan dinámicas de las aulas físicas, como por ejemplo que los hombres ocupen más espacio, hablen más o lideren. Esto lo veremos con el diagnóstico de género y también veremos en qué medida los estudios están masculinizados y feminizados, al igual que ocurre en las universidades presenciales.

¿Qué puede hacer la UOC, en este sentido, cuando el grado se elige antes de entrar en la universidad?

En la UOC tenemos un grupo de investigación especializado en este tema, el GenTIC, que analiza estas cuestiones. No es fácil, pero es evidente que influyen las decisiones que se toman en la escuela y en el instituto. Y una de nuestras políticas de sensibilización es colaborar con las escuelas. Pero la existencia de referentes y mentoras también es clave dentro de las universidades para que no exista discriminación horizontal.

¿Un ejemplo?

Si empiezas un doctorado y la oferta de directores es solo de hombres, puede que haya menos mujeres que quieran apuntarse. En el caso de los doctorados es un elemento bastante importante.

¿Existe algún referente nacional o internacional en el que la UOC pueda reflejarse?

Es uno de los grandes retos que nos hemos planteado. Tenemos muchos referentes de universidades físicas, pero no en línea. Quizás la Open University, en el contexto inglés. Porque las universidades inglesas hace muchos años que trabajan por la igualdad y tienen un sistema de acreditación de departamentos y universidades, la Athena Swan, que otorga medallas de bronce, plata y oro según lo que hayan llevado a cabo. La Open University es una universidad en línea, pero dentro del marco inglés. Y es un referente. La casuística en España es muy diferente. Y eso es un reto. La UOC tiene que trabajar la igualdad de manera especial y ahora estamos haciendo un ejercicio de creatividad.

¿Por ejemplo, en el caso del acoso digital?

Tenemos que ver cómo damos respuesta a esta cuestión de forma sostenible y cuidadosa sin necesidad de presencialidad.

Tienes un recorrido académico amplio y variado, tanto en Cataluña como en Inglaterra. Pero tu foco de interés es la equidad de género, la interseccionalidad y los derechos sexuales y de salud reproductiva. ¿Qué te mueve a centrarte en estos ámbitos?

Me interesa sobre todo pensar en cómo aplicar la teoría a la práctica. Y la universidad es un espacio privilegiado en este sentido. He seguido una trayectoria interdisciplinaria, donde mezclo economía, antropología, ciencia política, psicología social y estudios de género. Y lo que me parece muy importante es la idea de interseccionalidad, en la que las feministas no blancas nos recuerdan que no todas las mujeres están discriminadas por igual, y que no siempre un hombre tiene más privilegios si tenemos en cuenta la dimensión de etnia, de clase, de estatus administrativo, de orientación sexual, de diversidad funcional... así que hablar solo de género nos queda corto. Hay que contextualizar mucho. No es lo mismo que yo hable con un hombre en una discoteca en Barcelona o que hable con un hombre indocumentado que está cruzando una frontera europea. Y la idea de interseccionalidad también insiste en revisar los privilegios. No solo tenemos que pensar en adquirir más derechos desde la idea de discriminación, sino que necesitamos pensar qué hacer cuando estamos en situación de privilegio.

Chimamanda Ngozi Adichie, precisamente feminista no blanca, dice en un libro muy famoso que todos deberíamos ser feministas. ¿Alguna recomendación literaria, audiovisual o artística que quieras hacer a quien lea esta entrevista?

Creo que la ciencia ficción feminista nos da actualmente un espacio fantástico para imaginar cotidianeidades y economías diferentes, que no estén tan determinadas por la discriminación en clave de género, de clase o racial, entre otras. En esta línea, Ursula K. Le Guin, que murió hace poco, me parece una escritora fantástica para imaginar nuevos mundos, ya que incorpora de forma intuitiva el pensamiento de Donna Haraway sobre la armonía entre seres humanos, animales, naturaleza y tecnología. En la misma línea, Octavia Butler también es una escritora interesantísima para pensar nuevos mundos en los que se reconfiguran las dimensiones de género y raciales. No obstante, debo decir que me reivindico como una espectadora y consumidora de cultura pop. Creo que como feministas o activistas tenemos derecho al descanso mental y a la distracción, y lo reivindico como parte de mi activismo feminista. También considero que la cultura de masas nos dice muchísimas cosas del mundo en el que vivimos, y como antropóloga y politóloga me interesa muchísimo lo que simbolizan y generan estos productos culturales.

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