28/10/22 · Comunicación

«La investigación periodística sobre crímenes no puede industrializarse, tratamos con gente real»

Foto: True Crime Factory

Foto: True Crime Factory

Carles Porta , periodista, escritor, guionista y productor audiovisual

 

Carles Porta (Vila-sana, Pla d'Urgell, 1963) es periodista, escritor, guionista y productor audiovisual. Empezó su carrera en el diario Segre y después pasó por TV3, donde ejerció de corresponsal de guerra y se especializó en reportajes y documentales. Desde la publicación de su libro Tor en 2005 se ha convertido en un referente del periodismo de investigación sobre el mundo de la crónica negra, que ha llevado a cabo en distintos formatos, de los que destacan el pódcast y la serie televisiva Crims, un extraordinario éxito de público que ha merecido un Premio Nacional de Comunicación y un premio Ondas al mejor programa de radio. Porta participó recientemente en una mesa redonda titulada "Criminología, true crime y crónica de sucesos: el fenómeno Crims", organizada por los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, acompañado por el doctor Luiz Peres-Neto, profesor colaborador en el grado de Criminología de la UOC, y con la moderación del profesor Marc Balcells. Antes del acto nos atendió para hablarnos de su trayectoria, de los problemas derivados de trabajar con un material inflamable e hipersensible y de las trampas de su dulce momento profesional.

 

Carles Porta (Vila-sana, Pla d'Urgell, 1963) es periodista, escritor, guionista y productor audiovisual. Empezó su carrera en el diario Segre y después pasó por TV3, donde ejerció de corresponsal de guerra y se especializó en reportajes y documentales. Desde la publicación de su libro Tor en 2005 se ha convertido en un referente del periodismo de investigación sobre el mundo de la crónica negra, que ha llevado a cabo en distintos formatos, de los que destacan el pódcast y la serie televisiva Crims, un extraordinario éxito de público que ha merecido un Premio Nacional de Comunicación y un premio Ondas al mejor programa de radio. Porta participó recientemente en una mesa redonda titulada "Criminología, true crime y crónica de sucesos: el fenómeno Crims", organizada por los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC, acompañado por el doctor Luiz Peres-Neto, profesor colaborador en el grado de Criminología de la UOC, y con la moderación del profesor Marc Balcells. Antes del acto nos atendió para hablarnos de su trayectoria, de los problemas derivados de trabajar con un material inflamable e hipersensible y de las trampas de su dulce momento profesional.

¿Qué lo lleva al periodismo?

Yo siempre había escrito. Hasta llegué a ganar el concurso de redacción escolar que organizaba la Coca-Cola, y me debatía entre Derecho y Periodismo. ¿Qué me hizo decidirme? Derecho exigía demasiados codos, y dos amigos míos que habían acabado primero de Periodismo me dijeron: "Estamos todo el día de fiesta". ¡Pues a probarlo! El problema es que me aburría mucho, y me tiré medio año sin ir a clase, centrándome en organizar fiestas. Aquello no era serio, así que me puse a trabajar los fines de semana. En 1984 entro de becario en el diario Segre. Todavía recuerdo que el primer día en la redacción, el subdirector, Ramon Perelló, me dio tres libros de Truman Capote, uno de ellos A sangre fría, donde seguramente descubrí algo. El periodismo local es, con mucho, la mejor escuela que existe. Haces de todo de forma directa y tienes unos maestros maravillosos.

"El periodismo local es, con mucho, la mejor escuela que existe. Haces de todo de forma directa y tienes unos maestros maravillosos"

¿Y cómo empieza el vínculo con la crónica negra?

A partir del momento en el que entro en la sección "Tribunales y sucesos", donde disponíamos de un escáner en la redacción conectado a la frecuencia de la policía, los bomberos…, de forma que llegábamos rápidamente a los incidentes. Allí descubrí que, tras los juicios, algo aparentemente pautado y técnico, había historias de interés humano, en los márgenes, en los alrededores, que exigían una mirada más narrativa. Después, todo vino rodado: el programa centrado en el caso Tor del 30 minuts, la sección sobre crímenes en el programa radiofónico Estat de gràcia, la creación de la productora…

Ha abordado el crimen desde distintas disciplinas (radio, televisión, libros). ¿Cuál diría que es el fuerte de cada medio a la hora de adentrarse en esta temática específica?

Cuando escribo, el gran reto es encontrar el equilibrio entre emoción y tensión, y dejar que el lector disfrute de la lectura como si estuviera dentro: si das demasiados elementos, lo coartas; si das pocos, no conecta. Por lo tanto, generar complicidad, hacerlo copartícipe. En la radio, la relación es distinta, muy íntima, porque la mayoría la escucha en soledad o con auriculares. El oyente lo quiere todo fácil, no quiere pensar. El reto del audio es dárselo todo para que no se pierda, se despiste o se duerma. En la tele hay una suma de todo eso, pero a través de ella me gusta, por encima de todo, llegar a las emociones de la gente (aquí radica, sospecho, el éxito de Crims). Eso significa que trabajamos los guiones para generar inquietud, miedo, rabia…, para llegar por la piel, que se identifiquen enseguida con la víctima, compadezcan a los familiares, se enfaden con la policía si no pillan al malo… En definitiva, generar sensaciones y ambientes.

¿Cuáles son los principios éticos que deben guiar la investigación y la exposición de hechos criminales?

Hay uno básico, que es la honestidad. Trabajamos con rigor, respeto y ritmo narrativo, lo que denomino las tres erres. Rigor: que todo lo que se expone, sea real, verdadero y contrastado. Invertimos muchas horas en cada detalle porque tenemos que ganarnos tu confianza. Respeto por todo el mundo, primero por las víctimas, lo cual implica no entrar en detalles innecesarios, en ámbitos de la vida que no tienen nada que ver con el caso, huir de la intromisión aplicando el sentido común. Eso me viene del periodismo local. Cuando iba a cubrir un suceso, pensaba que al día siguiente me podía encontrar a algún familiar o conocido de los protagonistas. Aquello era muy pequeño y no era plan de que me dijeran de todo, me acusaran o me ridiculizaran. Y, para terminar, el ritmo, que es una cuestión formal. Me gusta gustar y enganchar. Pero, cuidado, porque a veces un ritmo es un silencio.

"Trabajamos con rigor, respeto y ritmo narrativo, lo que denomino las tres erres"

¿Qué peaje emocional conlleva tratar con el lado más oscuro del individuo de forma tan continuada?

Depende del momento vital, del crimen en particular, de tu situación personal…, pero por regla sigo el ejemplo de mis amigos en las ramas de la psiquiatría y la psicología, que siempre me han insistido en que evite llevarme el caso a casa, tenerlo en mente todo el día. Intento ir poniéndome y quitándome el mono de trabajo. Dicho lo cual, existen situaciones delicadas, como cuando hay niños de por medio, ya que, si eres padre, te llega mucho, y establecer esa distancia es entonces muy complicado. Mi equipo y yo lloramos muchas veces cuando las víctimas te cuentan los casos. Al mismo tiempo, un caso empuja al otro; esto es un trabajo y siempre tienes que tener la mente en el proyecto entre manos.

Tratar con el círculo íntimo de las víctimas tiene que ser delicadísimo.

Muchas veces se te acercan para pedirte que resuelvas el caso, y yo no me canso de repetir que nosotros no resolvemos crímenes, sino que contamos historias. Resolver es trabajo de los Mossos y los fiscales. No tenemos ni tiempo ni dinero. Si encontramos alguna prueba, se la pasamos a las autoridades y ya está. Además, tampoco juzgamos, tenemos que ser neutrales, puros narradores.

¿Hay algún aspecto de cómo se hace true crime en el extranjero del que deberíamos tomar buena nota?

De entrada, hay uno fundamental, que es el tiempo que le dedican. Creo que el true crime que teóricamente se hace en España, en gran medida no lo es. Si acaso, son reportajes largos, bonitos. El verdadero true crime se encuentra a medio camino entre el periodismo y la novela, hace uso de herramientas ficcionales para contar un caso real. Es trabajo narrativo que necesita de cinco, siete o diez años. Aquí, el modo de funcionar es muy superficial, el género está lleno de cosas efímeras y de calidad pobre que, por desgracia, invisibilizan lo que realmente vale la pena. Las modas hacen mucho ruido y no permiten la calma. Dicho lo cual, algunas de las historias de Crims son true crime y otras no, porque a veces tenemos que trabajar demasiado rápido. Una de las batallas, ahora mismo, es intentar reducir el número de capítulos y trabajar con años de adelanto para conseguir una mirada profunda.

"El verdadero true crime se encuentra a medio camino entre el periodismo y la novela"

¿Riesgo de que el monstruo del éxito se te coma?

Tenemos que ir con cuidado y detenernos a reflexionar. Hace dos años que no puedo leer, con las cervicales hechas polvo, un estrés de trabajo exagerado. Hemos crecido una burrada y tenemos ofertas de todas partes, todo el mundo quiere más, los equipos crecen… Gestionar un fenómeno no es fácil, pero, a la vez, hay que aprovechar que estás arriba, porque en el mundo del periodismo nunca sabes cuando se pasará tu momento y bajará la ola. Ahora bien, la investigación periodística sobre crímenes no puede industrializarse, tratamos con gente real.

¿Y cómo hace para mantener la cabeza fría?

Si yo dejo de fregar los platos, no toco con los pies en el suelo. Yo vengo de muy abajo. Creo que poseo serenidad y que soy muy consciente de lo que ha costado llegar, de lo que cuesta hacer lo que hacemos, de la cantidad de gente que participa en ello… Diría que, después de tantos años de periodismo, no he perdido la humildad, y que a la imbecilidad y el ego los tengo bajo control.

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