5/10/23 · Investigación

«Si la universidad no reconoce la diversidad sexual y de género, lo que hace es seguir perpetuando las violencias heteropatriarcales y LGBTIQA-fóbicas»

Foto: Magda Vaz

Foto: Magda Vaz

Magda Vaz, investigadora predoctoral de la UOC

 

El 16 de junio, la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) celebró la 1.ª Jornada de Investigación Orgullo LGBTIQA+, una cita que sirvió para poner en común la experiencia de las personas de la comunidad universitaria que forman parte de este colectivo. Magda Vaz Dos Santos es una de las integrantes del comité organizador de la jornada. Investigadora predoctoral del grupo SOTRAC, de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, Vaz es programadora de cine, activista y estudiante del programa de doctorado de Sociedad, Tecnología y Cultura de la UOC. En esta entrevista habla de la importancia de apoyar a la investigación sobre cuestiones LGBTIQA+ en un contexto de crecimiento de los discursos de odio de extrema derecha.

 

El 16 de junio, la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) celebró la 1.ª Jornada de Investigación Orgullo LGBTIQA+, una cita que sirvió para poner en común la experiencia de las personas de la comunidad universitaria que forman parte de este colectivo. Magda Vaz Dos Santos es una de las integrantes del comité organizador de la jornada. Investigadora predoctoral del grupo SOTRAC, de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, Vaz es programadora de cine, activista y estudiante del programa de doctorado de Sociedad, Tecnología y Cultura de la UOC. En esta entrevista habla de la importancia de apoyar a la investigación sobre cuestiones LGBTIQA+ en un contexto de crecimiento de los discursos de odio de extrema derecha.

¿Por qué es importante investigar sobre el colectivo LGBTIQA+?

La investigación sobre el colectivo LGBTIQA+ es importante porque visibiliza experiencias que están al margen de la heteronormatividad y que han sido invisibilizadas por este sistema. Por ejemplo, si llama la atención el hecho de utilizar un lenguaje inclusivo es porque hemos naturalizado un lenguaje binario y excluyente y lo hacemos pasar por universal. Creo que la relación entre la academia y el colectivo LGBTIQA+ es compleja y va más allá de investigar alrededor de una temática que pueda ser considerada de interés dentro del colectivo. La academia todavía es un espacio que se organiza de forma vertical, que ejerce una postura de poder desde donde genera conocimiento según una pseudoobjetividad, y que es elitista, en la medida que solo las personas que tienen unas ciertas bases materiales y unos ciertos privilegios pueden acceder a ella. En conclusión, siguen siendo hombres blancos y heterosexuales y, por lo tanto, se sigue hablando desde esta posición y asumiéndola como universal. Por eso, más allá del hecho de que las experiencias del colectivo sean el objeto de estudio de algunas investigaciones, para mí es fundamental el cuestionamiento que tiene lugar en la propia academia, a fin de generar otras metodologías y otros posicionamientos desde donde se pueda hacer investigación.

¿Cómo ha contribuido esta jornada a resaltar la necesidad de hacer esta investigación?

Creo que la jornada ha contribuido tanto a resaltar la necesidad de hacer esta investigación como a hacer evidente la necesidad de conocernos para poder empezar a coordinarnos. La jornada fue coordinada mayoritariamente por el estudiantado del doctorado con la ayuda de la Escuela de Doctorado y de la Unidad de Igualdad. Además, al evento asistieron muchas personas con otros vínculos con la universidad, como personal de gestión y miembros de otros departamentos u otros centros. En este sentido, aunque el formato fuera híbrido, para mí fue muy importante ocupar un espacio físico en un contexto como el de la UOC, donde trabajamos mayoritariamente en un formato digital. La presencia de tanta gente que forma parte del colectivo y de personas aliadas rompió la despersonalización del trabajo desde casa. Esta necesidad se vio reflejada en el taller, en el que pudimos colectivizar la realidad que vivimos, cuestionarnos e identificar las carencias y discriminaciones a las que nos enfrentamos en nuestros puestos de trabajo, además de reconocernos. Por otro lado, la mesa redonda —con varias personas que llevan más o menos tiempo trabajando y que ocupan distintos cargos dentro de la institución— puso de relieve la necesidad de visibilizar el trayecto que hace el colectivo, con el objetivo de trazar un posible recorrido de luchas y dificultades que han tenido en la universidad. A pesar de ser la primera jornada, las personas disidentes no somos ninguna novedad: siempre hemos existido, y conocer y hacer visibles los antecedentes nos ayuda a situarnos hoy en día.

¿Cuáles serían las líneas prioritarias de investigación en el ámbito LGBTIQA+?

Más allá de líneas prioritarias, dentro de la organización hablamos de dos formas de enfocar esta cuestión: por un lado, hay que visibilizar la investigación en el ámbito LGBTIQA+; por el otro, es necesario que las personas que forman parte del colectivo puedan investigar o formar parte de grupos de investigación sin ninguna necesidad de que haya un vínculo directo con el colectivo. Hemos detectado, por ejemplo, que las metodologías queer muchas veces no son aceptadas dentro de la academia o que faltan referentes que no sean hombres cisgénero, heterosexuales y europeos. Es destacable que la mayoría de las ponencias presentadas en la jornada, así como el personal investigador que asistió, estuvieran relacionados con departamentos y grupos de estudio de carácter cultural o social, ámbito en el que muy a menudo se lleva a cabo una investigación más cualitativa. Buena parte de la academia de las llamadas ciencias duras sigue manteniéndose al margen de la lucha LGBTIQA+. Pienso que son muy interesantes las investigaciones sobre biología queer o el mítico artículo "The Egg and the Sperm: How Science Has Constructed a Romance Based on Stereotypical Male-Female Roles", en el que precisamente se desmonta la narrativa científica y se señala que sigue siendo una construcción heteronormativa.

¿El actual contexto de cuestionamiento de los derechos del colectivo LGBTIQA+ dificulta que, desde las instituciones, pueda impulsarse la investigación en este terreno?

Nos encontramos en un contexto de crecimiento de la derecha y la ultraderecha, la censura a la cultura y los ataques de odio hacia el colectivo LGBTIQA+, pero también hacia el colectivo migrante y de clase trabajadora. Yo quiero creer que la universidad es un espacio de producción de identidades donde se corre el peligro de perpetuar las opresiones, pero que también tiene la capacidad de cuestionarlas y de posicionarse en contra.

El hecho de que esta jornada sea la primera de esta temática denota que, incluso antes de la situación actual, tampoco se impulsaba, más allá de la investigación, una lucha contra la LGBTIQA-fobia. Esto es precisamente una de las carencias que se hicieron visibles en el taller de las jornadas, en el que pudimos ver que muchos problemas del pasado todavía son vigentes hoy en día. Sin embargo, hemos podido llevar a cabo esta jornada porque existe mucha gente que investiga dentro de esta temática, y en este caso la universidad ha sido el lugar de encuentro.

¿Qué podrían hacer las universidades, que no estén haciendo actualmente, para impulsar la investigación en el ámbito LGBTIQA+?

Uno de los aspectos que pudimos observar en la jornada es que la gente que participó estaba mínimamente concienciada y tenía información sobre el tema. Sin embargo, no se llegó a las personas que producen discursos de odio hacia el colectivo en ámbitos más informales, que decidieron no participar. De esta forma, en primer lugar, creo que hace falta un reconocimiento de las violencias que se ejercen hacia el colectivo. Estas violencias pueden materializarse a través de discursos de odio tanto digitales como presenciales, escondidos detrás de la libertad de expresión o de las bromas informales, y no existen mecanismos para afrontarlas directamente.

En segundo lugar, existen varias consideraciones que afectan al impulso de la investigación en este ámbito. Por ejemplo, la precariedad contractual sistémica de las personas que hacen un doctorado: la mayoría tenemos becas de tres años, si bien la normativa dice que podría haber un cuarto año prorrogable. Esta situación —que afecta a todo el sistema, no solamente al colectivo LGTBIQA+— tiene un impacto sobre nuestra investigación, al mismo tiempo que provoca malestar psicológico, como estrés, ansiedad y depresión.

Aparte de esto, también se puso sobre la mesa la necesidad de contar con lavabos inclusivos que rompan el binarismo, además de departamentos o grupos que se dediquen a la investigación LGBTIQA+.

En tu caso concreto, ¿cuáles son las líneas de investigación que más te interesan en este ámbito?

Mi ámbito de investigación es el de los productos culturales y su potencial tanto para perpetuar la hegemonía como para cuestionarla. Actualmente, investigo sobre la representación del consentimiento en el cine queer. La mayor parte del trabajo que se ha hecho en torno al consentimiento sexual, desde la nueva ley del "solo sí es sí" hasta el movimiento Me Too, parte de una dinámica heterosexual. Por lo tanto, tenemos poca información y pocos referentes cuando hablamos del consentimiento en relaciones de personas disidentes.

Más allá de identificar si los patrones heterosexuales se repiten dentro del colectivo, mi investigación busca analizar cómo el consentimiento es representado en el cine que realizamos dentro del colectivo, qué mecanismos usamos y con qué epistemologías y experiencias queer pueden relacionarse. De este modo, se aleja muchísimo del hecho de identificar solamente si existe o no consentimiento en las películas seleccionadas, sino que analiza qué lenguaje audiovisual se vincula con este aspecto y cómo se construye en contextos no ideales, como la diferencia de privilegios.

Como puede verse en mi investigación, también pienso que son muy interesantes los estudios en torno al deseo y la sexualidad, como el último libro de Laura Milano, El dedo en el porno, así como las investigaciones en torno a teorías de apoyo mutuo en las que se tiene muy en cuenta la metodología y se evitan las prácticas académicas extractivistas.

¿Qué efectos ha tenido la invisibilidad del colectivo LGBTIQA+ en las universidades? ¿Por qué es importante que la diversidad sexual y de género sea reconocida en ámbitos universitarios?

La falta de visibilidad del colectivo LGBTIQA+, pero también de otros colectivos, es un fenómeno que no surge de la nada, sino que es un grupo social que invisibiliza al resto y que lo hace pasar como un hecho natural. Quien invisibiliza defiende sus intereses, que consisten en mantener su posición de privilegio y evitar cualquier cambio. La censura es una herramienta de invisibilización y se usa precisamente para intentar mantener un orden hegemónico. A pesar de que en los últimos años empezamos a encontrar estudios en este ámbito, gracias a la jornada hemos podido ser conscientes de muchas investigaciones que han sido rechazadas y de las dificultades que han tenido las personas que llevan más tiempo trabajando en la universidad.

En este sentido, el hecho de invisibilizarnos es violencia, porque se trata de hacer desaparecer a una persona o un colectivo. Si no somos visibles, no tenemos participación dentro de la sociedad y no nos reconocemos. Por lo tanto, se pierde la fuerza política de formar un colectivo y se perpetúan los estigmas y la falta de referentes.

Las universidades no son espacios neutrales, sino que forman parte de las estructuras de poder y son un lugar donde se generan muchas identidades, tanto individuales como colectivas. Tampoco son accesibles para todo el mundo y existe una segregación de clase, raza y origen. Las personas LGBTIQA+ sufren violencias en el sistema educativo y familiar. Consiguientemente, pueden acceder menos a estos espacios. La investigación dentro de este ámbito ha sido escondida porque no iba en línea con unos intereses concretos. Este sesgo acaba afectando a toda la sociedad y todavía más al colectivo, porque no tenemos recursos materiales que nos ayuden a visibilizarnos. Si la universidad no reconoce la diversidad sexual y de género, lo que hace es seguir perpetuando las violencias heteropatriarcales y LGBTIQA-fóbicas.

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