13/2/19

Un consumo obsesivo de series aumenta los niveles de dopamina

Un 61% de los usuarios de Netflix mira de dos a seis episodios el primer día de publicación de la temporada

El número de personas que termina una serie el día de su estreno se ha multiplicado por veinte entre 2013 y 2016
Foto: Unsplash/Victoria Heath

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«¿Aún sigues ahí?», consulta Netflix a sus usuarios después de unos cuantos capítulos; a la respuesta, puede que haya espectadores dormidos o usuarios sedientos de consumir capítulos de forma casi obsesiva ante una nueva temporada, son los conocidos como binge racers. Según Netflix, en el mundo hay 8,4 millones de personas con este perfil, individuos que devoran una serie el día de su estreno de un solo golpe, una cifra que se ha multiplicado por veinte entre 2013 y 2016. En el estreno de la segunda temporada de Stranger Things, 361.000 personas miraron los nueve episodios el primer día que se publicó. ¿Por qué tenemos un consumo audiovisual casi obsesivo?

Enganchados al atracón de series (binge-watching)

Existen múltiples razones. «La primera es que, a diferencia de la emisión semanal tradicional propia de la televisión, la mayoría de las plataformas apuesta por subir todos los capítulos de una temporada de golpe, dejando en manos del espectador el ritmo de su consumo», afirma Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. «Esta disponibilidad inmediata ayuda a que nuestro sistema nervioso del refuerzo, que tolera mal la demora, se active, y que la persona pueda “engancharse” con mayor facilidad», explica Diego Redolar, neurocientífico y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. Un estudio de Netflix corrobora este tipo de consumo: sus miembros prefieren ver una temporada entera (de media en una semana) que, por ejemplo, un episodio por semana.

«Además, ante una maratón de series, el cerebro genera dopamina, una señal química relacionada con el placer», afirma Redolar. Aporta una recompensa natural e interna de placer que refuerza la relación con esa actividad, y el cerebro envía sensaciones positivas al cuerpo para que continúe con esa tarea. Según una encuesta de Netflix, el 73 % de los participantes afirmó haber tenido sentimientos positivos asociados con un atracón de series.

Estrenos los viernes y el encadenado automático ayudan

También hay una buena estrategia de marketing: los grandes lanzamientos siempre coinciden en viernes. «El objetivo de sus acciones es claro: la “necesidad” de consumirlo lo antes posible, preferiblemente ese fin de semana», explica Neira. De hecho, casi siempre hay una nueva serie de estreno y durante una o dos semanas no parece hablarse de otra cosa. «Así, consiguen unos extraordinarios picos de conversación social que les permiten tener una mayor popularidad de sus programas, que convierten en tendencia y que llaman la atención de nuevas masas de público», detalla.

La tecnología impulsa el binge-watching gracias al consumo multipantalla, al encadenado automático de episodios y a la posibilidad de saltarse los créditos de entrada y salida. Según Neira, la estructura narrativa también se moldea, se eliminan los recaps (recordatorios de antiguos capítulos) y se desarrollan más las tramas de forma horizontal, ya que con este tipo de consumo se reduce el esfuerzo que implica el recuerdo semanal. Las series de ficción, terror y suspense son las más propensas a ser consumidas de una sola vez. «Por su propia estructura narrativa facilitan la inmersión-evasión del espectador», considera la experta. Dejar aspectos de la historia por contar produce un marcado interés. «Las series que generan más expectación hacen que la persona tienda a consumir más episodios seguidos», explica Redolar.

Las series tienen más éxito que las películas; este tipo de formato supone una ventaja en términos de tiempo, intensidad y recurrencia en el uso del servicio. «En estas plataformas se miran más series porque garantizan más horas de ocio que las películas y una gratificación instantánea periódica, y se crean audiencias más fidelizadas», alerta Neira. 

El posatracón (post-binge), la depresión por inmersión

«Este consumo crea un mayor apego y camaradería entre el espectador y los personajes que el contenido ofrecido semanalmente», considera Neira. Cuando miramos un programa de televisión, se activan las mismas áreas en el cerebro que cuando vivimos una experiencia real. «Los usuarios se identifican con los personajes, se sienten atados emocionalmente y se preocupan por los conflictos que viven», afirma Redolar.

«Hay estudios que alertan sobre el detrimento cognitivo y psicológico que puede provocar la inmersión que genera el atracón de series, que puede derivar en aislamiento y hasta en devaluación de las experiencias personales diarias», explica Neira.

Según Redolar, algunos informes han sugerido que, después de un atracón de series, las personas pueden sentirse físicamente exhaustas y con un estado de ánimo emocionalmente bajo. En esta línea, algunos usuarios afirman que, una vez finalizada la serie, sienten un vacío como resultado de este fenómeno de inmersión-evasión. «Se podría asimilar en cierta medida a las consecuencias conductuales del consumo de algunas sustancias de abuso», alerta Redolar. La «inmersión» ayuda a las personas a sumergirse en historias que les proporcionan entretenimiento y las alejan de las preocupaciones diarias. De hecho, tal y como se ha publicado recientemente en un artículo de Flayelle y colaboradores en la revista Journal of Behavioral Addictions, «las personas que por ejemplo vuelven a mirar una serie que ya han visto lo hacen para recuperar el placer que habían sentido previamente», explica Redolar.

En cualquier caso, las series se han convertido en una forma social de consumo cultural. «La satisfacción inmediata de las maratones de contenidos, el potente efecto llamada a nuevos públicos y la resonancia de los contenidos las ha convertido en un fenómeno social», concluye Neira.

Expertos UOC

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