31/10/18 · Institucional

Las mujeres sin hijos tienen seis veces más probabilidades de ser recomendadas para un trabajo que las que son madres

Los padres, en cambio, parecen más comprometidos con el trabajo que los hombres que no lo son
Foto: Cèlia Atset / UOC

Foto: Cèlia Atset / UOC

«Las madres se perciben como menos competentes y comprometidas con el trabajo que las no-madres y que los hombres con o sin hijos.» Esta es la conclusión, conocida como «pena de la maternidat» o «muro materno», a la que llegan todas las investigaciones que se han llevado a cabo tanto experimentalmente como de campo entre los hombres y las mujeres en el contexto laboral y que recoge el libro Estereotipos de género en el trabajo (Editorial UOC), escrito por la doctora en Psicología Social y profesora colaboradora de la UOC Maria Àngels Viladot y la catedrática en Psicología Social y Economía Melanie Caroline Steffens.

¿Cómo afecta esta percepción desde el punto de vista práctico una madre en el ámbito laboral? Según varios trabajos de campo realizados por los investigadores Stephen Benard y Shelley J. Correll («Normative Discrimination and the Motherhood Penalty» o «Getting a Job; Is There a Motherhood Penalty?»), a las mujeres con hijos se les exige unos resultados mejores que al resto cuando realizan una prueba para acceder a un empleo y, a la vez, tienen menos posibilidades de ser propuestas para un ascenso y reciben menos recomendaciones de contratación. De hecho, el libro recoge que las mujeres sin hijos tienen hasta seis veces más probabilidades de recibir una recomendación para ser contratadas que las que son madres. «Cuando tienes un hijo, las normas sociales hacen que acabe siendo la mujer la que asuma el rol de hacerse cargo de las tareas domésticas y del cuidado de los niños, lo que provoca que se tenga la percepción de que no estará tan entregada al trabajo», explica Viladot.

En este sentido, Benard y Correll hicieron un experimento en el año 2010 en el que enviaron más de 1.200 currículos diferentes en respuesta a ofertas de trabajo. Las mujeres sin hijos recibieron más del doble de llamadas que las madres con una calificación exactamente idéntica.

En cambio, la percepción de los hombres que se convierten en padres es justo la contraria. Los estudios concluyen que los hombres con hijos parecen más comprometidos con el trabajo que los que no tienen hijos. De hecho, a los padres, con respecto a los hombres que no tienen hijos, se les permite llegar más días tarde al trabajo y se les ofrecen salarios más altos, y los padres también son recomendados con más frecuencia para ocupar cargos directivos y tienen más posibilidades para ser propuestos para ascensos. «Los padres están más protegidos que los que no lo son, porque el estereotipo social dice que el padre es el que debe mantener a la familia y este rol hace que esté más ligado a la empresa», concreta Viladot.

Estereotipos de género en el trabajo denuncia que, aparte de ser percibidas como menos competentes, las madres trabajadoras también sufren otra discriminación: socialmente son percibidas como menos femeninas o acogedoras que las madres que se quedan en casa. «Las investigaciones, en cambio, concluyen que los hombres trabajadores que se convierten en padres no solo mantienen la percepción de ser competentes, sino que además también ganan la percepción de calidez», recoge el libro.

¿Pueden las mujeres escapar de la sanción de la maternidad? Viladot y Steffens aseguran que sí, siempre que dejen clara y explícita su vocación por el trabajo. «En un estudio del 2014 realizado en España, las mujeres que dejaron claro que estaban entregadas al trabajo recibieron de los participantes en la investigación recomendaciones de contratación tan buenas como los padres consagrados a la familia y el trabajo. Solo las mujeres que dijeron que estaban entregadas a la familia recibieron menos recomendaciones. El mismo patrón se repitió en la asignación de recursos y oportunidades laborales», concretan Viladot y Steffens en el libro.

Para Viladot, la forma de poner fin a la discriminación de las mujeres trabajadoras es que termine la distribución desigual del trabajo doméstico y del cuidado de los niños entre los padres y las madres. «En este punto, un aspecto clave es que la ley obligue a los hombres a asumir el permiso de paternidad tal como lo hacen las mujeres.» Este paso hará que el hombre se enfrente a tener una experiencia que no ha tenido antes y que lo hará más sensible ante esta situación, y a la vez, la mujer verá que el hombre, a pesar de que cuide de sus hijos, no pierde la masculinidad.

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