20/10/23 · Cultura

Así suena la inclusión: el papel de la música en la transformación social

El lenguaje musical, más allá de la faceta estética y de entretenimiento, es una de las expresiones con más posibilidades para construir sociedades más democráticas

La música incorpora una serie de singularidades que hacen que sea idónea para crear condiciones facilitadoras de encuentro, toma de contacto, conocimiento y reconocimiento mutuo entre personas
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El jueves 26 de octubre tendrá lugar la jornada "Música y transformación social", impulsada por la Fundación Pau Casals y la UOC, que se enmarca en los actos de conmemoración del cincuenta aniversario de la muerte de Pau Casals de 2023.

La música es quizás el lenguaje más universal que usamos los humanos, y, como tal, posee multitud de funciones: expresivas, comunicativas, de celebración colectiva y de identificación grupal o comunitaria, entre otras. Pero, a medida que la cultura va imponiéndose como un derecho más —desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en 1948, los principales documentos del derecho internacional sobre derechos humanos han hecho referencia a la cultura—, la música y todos los bienes culturales están pasando de una consideración estrictamente tradicional, estética y de entretenimiento a entenderse como un bien que contribuye al desarrollo de las sociedades.

Con la voluntad de seguir reflexionando sobre el papel transformador de la música para la cohesión y la inclusión social, el diálogo intercultural y la prevención de conflictos, el próximo jueves, 26 de octubre, tendrá lugar la jornada Música y transformación social, impulsada por la Cátedra Pau Casals de Música y Defensa de la Paz y de los Derechos Humanos. La cátedra es una iniciativa de la Fundación Pau Casals y la Fundación UOC que promueve la investigación, el conocimiento, la difusión y el debate contemporáneos sobre la dimensión musical y humanística de Pau Casals y su legado, así como los valores que defendió a lo largo de su vida.

Una herramienta transformadora

¿Puede la música expresar la voluntad de un pueblo de conseguir una sociedad más justa e igualitaria? Durante las décadas de 1950 y 1960, en pleno movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos, la música no solo proporcionó inspiración, sino también una fuerza unificadora para el movimiento, amplificando su mensaje y estableciéndose como motor de cambio. En medio de un periodo de intensa segregación racial y desigualdad, los afroamericanos y sus aliados utilizaron la música para reunir apoyo, concienciar y transmitir las emociones y experiencias de los afectados por el racismo sistémico. Una canción icónica del movimiento fue "We shall overcome", una composición que a principios del siglo XX se concibió como una canción góspel más, pero que más tarde se convirtió en un poderoso himno del movimiento. Se interpretó en innumerables concentraciones, protestas y concentraciones. Su letra transmitía un mensaje de esperanza, resiliencia y unidad. La simplicidad lírica de la canción, combinada con una melodía conmovedora, la hacían accesible a un amplio abanico de personas.

Esto es solo un ejemplo histórico del poder transformador de un arte, la música, que nos acompaña día a día y en múltiples causas. "La música incorpora una serie de singularidades que hacen que sea idónea para crear condiciones facilitadoras de encuentro, toma de contacto, conocimiento y reconocimiento mutuo entre personas que pueden provenir de espacios muy impermeables entre ellos", explica Ester Bonal, profesora de música y directora de Xamfrà. "Permite superar barreras lingüísticas y apela directamente al disfrute, a las sensaciones y a las emociones… Pero es necesaria una voluntad explícita de poner la música al servicio de las personas para que pueda contribuir a la construcción de sociedades más comprensivas y amables", aclara.

Hablamos de música como mecanismo de transformación social "cuando este derecho cultural se extiende y se generaliza tanto por la acción de los poderes y las políticas públicas como por la acción del tejido asociativo, y, naturalmente, por la acción de los músicos como actores sociales", apunta Joan Fuster, codirector de la Cátedra Pau Casals de Música y Defensa de la Paz y de los Derechos Humanos y director de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC.

Pau Casals decía que la música puede expresar lo mejor de las personas y consideraba que este arte "era un vehículo de construcción de dignidad y autoestima sin perjuicio del origen, la condición o el nivel económico y social", destaca Jordi Pardo, director de la Fundación Pau Casals. Por esta razón, en el mundo existen todo tipo de iniciativas que son instrumentos muy interesantes de cohesión e inclusión social. Un ejemplo de ello es la iniciativa internacional ConArte. Muy cerca de nuestra casa, la asociación Riborquestra, el proyecto Vozes o Xamfrà, centro de música y escena del Raval, son algunos de los muchos ejemplos inspiradores. En Latinoamérica, la Fundación Batuta (Colombia) es también una iniciativa con gran éxito.

La Fundación Batuta contribuye, desde la formación musical, al desarrollo integral y la mejora de la calidad de vida de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en zonas vulnerables. Su presidenta, María Claudia Parias, ejemplifica la tarea de la fundación en el caso de Ángel Isaac Angulo Montealegre, un adolescente procedente de un pueblo muy pobre de la selva tropical colombiana, y que a los 14 años decía que su sueño era convertirse en músico profesional para sacar de la pobreza extrema a su familia y para poder viajar por el mundo y ofrecer conciertos en diferentes ciudades desarrolladas. "Gracias a las gestiones de Batuta y su capacidad para construir alianzas internacionales, Ángel pasó un mes en Italia donde participó en una orquesta juvenil internacional y pudo asistir a talleres de profundización en la práctica de su instrumento. Sus compañeros de aventura le regalaron un violín muy fino y, cuando volvió a su pueblo, fue recibido como un héroe nacional, como un futbolista de fama mundial. Hoy en día, Ángel es estudiante de tercer semestre en el Conservatorio de Música de la Universidad del Cauca, en el suroccidente de Colombia", explica Parias. "En este caso, la música actuó como una herramienta de dignificación, de construcción de un proyecto de vida sólido y de movilidad social ascendente para personas que, debido a las consecuencias del conflicto y las causas estructurales, tienen pocas oportunidades de lograr la vida que desean vivir", concluye.

Los retos pendientes

Así pues, y conociendo sus beneficios, ¿cuáles son los retos pendientes y las líneas de actuación posibles en cuanto al uso de la música para estos objetivos? "Uno de los primeros retos que tenemos es definir a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de música y de transformación social", apunta Nicolàs Barbieri, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC y especialista en derechos culturales y políticas culturales, porque, como destaca, "no toda la práctica musical es socialmente transformadora". "Es importante evitar el uso ambiguo de estas ideas, que han dado lugar a la instrumentalización de la música para la reproducción de desigualdades". En la jornada sobre el tema que organiza la Cátedra Pau Casals, Barbieri modera una mesa redonda sobre los nuevos horizontes con respecto a la música como herramienta transformadora. "Queremos entender las tensiones políticas (en el sentido amplio de la palabra) que generan algunos proyectos musicales. Por ejemplo, ¿cómo elegimos la metodología de aprendizaje musical que usaremos en nuestro proyecto? ¿Estamos siendo inclusivos cuando decidimos el repertorio, los géneros o los roles que adoptan las personas participantes de los proyectos? ¿Qué relaciones de poder se ponen en juego en todas estas decisiones?".

Para María Claudia Parias, es fundamental que el arte, y en particular la música, sea valorada por los gobernantes y los gobiernos "como una herramienta muy potente de transformación social y que comprendan que puede hacernos mucho más felices y prósperos que otros asuntos como las guerras". Por eso opina que la música debe ser una materia obligatoria desde la escuela primaria y a lo largo de la formación integral de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del mundo; que hay que aumentar la movilidad de los músicos profesionales y no profesionales entre los países del mundo, asegurando que la diversidad de contenidos también circule, y pide "garantizar varias maneras de acceder a la música para todas las personas", entre otras medidas concretas.

La inscripción a la jornada "Música y transformación social" es gratuita. Tendrá lugar el 26 de octubre a partir de las 9.00 horas en el Patio Manning del CERC (c/ de Montalegre, 7, Barcelona). Se puede asistir a la jornada completa o solo a alguna de las mesas redondas/talleres, y contará con la participación de María Claudia Parias, presidenta de la Fundación Nacional Batuta de Colombia; Marina Garcés, filósofa, ensayista y profesora de la UOC; Jose Luís Rivero, CEO y director artístico en el Auditorio de Tenerife; Nuria Sempere, directora de la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC); Hugo Cruz, creador, programador cultural e investigador, y Pablo González, director fundador del proyecto Vozes, entre otros. Se puede consultar toda la información sobre el acontecimiento en el siguiente enlace. Las personas inscritas disfrutarán también de una experiencia musical colectiva mediante un taller que organizarán el Institut Diversitats y la asociación Riborquestra.

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