Asignatura Online de Derechos culturales y mundialización

La mundialización tiene un potente motor económico y un par de motores "auxiliares", ya consolidados en los aspectos sociales y ambientales del desarrollo. La sociedad civil percibe que este "triángulo" del desarrollo sostenible (crecimiento económico, inclusión social y equilibrio ambiental) resulta insuficiente para los retos que tienen planteadas nuestras sociedades. La cultura emerge como cuarto pilar del desarrollo sostenible por su capacidad para plantear cuestiones tan necesarias como la creatividad, la diversidad, la memoria, la ritualidad o el conocimiento crítico.

Así, la mundialización tiene también un fuerte componente cultural: existen países con una gran capacidad exportadora de bienes y servicios culturales (que debemos reequilibrar), están los estragos de la colonización (que tenemos que curar) y hay una bellísima diversidad cultural en el mundo (que debemos utilizar de forma positiva).

En los últimos treinta años, las migraciones y la movilidad sitúan la diversidad cultural en cada ciudad y trasladan las tensiones y los retos de la mundialización a escala urbana. Si el aleteo de una mariposa en el Pacífico puede desatar una tormenta en el Caribe, unas caricaturas publicadas en Dinamarca pueden causar grandes manifestaciones en Jordania.

Las ciudades toman cartas en el asunto en esta mundialización cultural, intentando activar sistemas culturales dinámicos y abiertos al mundo, basados en los derechos humanos, participativos y relacionales. Las políticas culturales de las ciudades están dejando de ser políticas "artísticas", basadas en los mecanismos de conservación patrimonial, la gestión de derechos y la programación virtuosa. Actualmente, las políticas culturales de las ciudades desbordan el ámbito patrimonial y artístico para lograr cuestiones que afectan los espacios públicos, la participación ciudadana, la creación de empresas o la inmigración, entre otros.